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CRITICA
Por: PACO CASADO
Si con esta clase de superproducciones históricas pretendemos combatir a las espectaculares películas norteamericanas, no vamos a ganar la batalla nunca.
Francia, en colaboración con Bélgica y Canadá, acomete un fragmento de su historia a través de uno de sus héroes, Vercingétorix, posiblemente más conocido por los tebeos de Asterix y Obelix que por la propia historia.
Instruido por los sabios druidas tras la muerte de su padre, se erige en caudillo de los Arverns y consiguió agrupar a sesenta tribus para luchar contra el poderoso Julio César empeñado en conquistar las Galias.
Se percibe en este film un esfuerzo de producción tan importante y millonario como inútiles han sido los resultados obtenidos.
Se ha logrado una cinta que es pura acción y aventura llevada a cabo por el ambicioso Jacques Dorfman director de La sombra del lobo (1992) que hace su tercer trabajo tras las cámaras, pero con poca fortuna.
Falla en la elección de los actores: Christopher Lambert está horroroso en su interpretación e indumentaria; Inés Sastre parece una alumna en función teatral de final de curso; Klaus María Brandauer hace un afectado Julio César al que le cae tan mal el casco como a Lambert la peluca.
Las batallas son interminables y mal planificadas aburriendo a cualquier espectador medio deseoso de un simple entretenimiento. Flaco favor le hace a la historia de Francia.
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