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CRITICA
Por: PACO CASADO
En la época que data esta película, la década de los años cuarenta, abundaron las adaptaciones literarias en el cine norteamericano.
La productora Metro Goldwyn Mayer llevó a cabo la célebre novela de Louise May Alcott, famosa, sentimental y conservadora obra.
Cuenta cómo la vida de cuatro hermanas, su madurez, sus problemas, deseos y alegrías o tristezas que cambia radicalmente cuando su padre es llamado a filas y debe partir para participar en la Guerra Civil Norteamericana.
Con su marido en la guerra Marmee, su esposa, debe educar a sus cuatro hijas: la formal Meg es la mayor, la inquieta y rebelde Jo quiere ser escritora, la frágil y dulce Beth es la pequeña y la romántica y presumida Amy es amante de la pintura.
Un día son invitadas por su joven vecino, el apuesto y joven multimillonario Laurie a una fiesta en su palacio para festejar la Navidad.
La familia March gozó por un día de una buena posición social pero ahora debe procurar mantener su pobreza con toda dignidad.
Laurie corteja a la mayor de las hermanas Josephine, a la llaman Jo, que tiene vocación de novelista; pero este sentimiento es mal interpretado por la vecindad, que estima que las hermanas se han lanzado a la caza del guapo millonario.
Este grupo de hermanas experimentan las dificultades de la vida mientras van creciendo enfrentándose a la adversidad y a las consecuencias de la guerra, que tienen que luchar para llegar a fin de mes en su casa de Nueva Inglaterra, donde viven.
A pesar de que atraviesan tiempos difíciles, se agarran al optimismo y a medida que van madurando se enfrentan a ambiciones y relaciones florecientes, así como a la tragedia, manteniendo en todo momento un vínculo inquebrantable.
Juntas deberán realizar un aprendizaje, a veces doloroso, a veces fascinante, de la vida y del amor.
Esta segunda adaptación de la famosa novela, anteriormente hubo una primera versión que se tituló en España Las cuatro hermanitas (1933) dirigida por George Cukor, con Katharine Hepburn, Joan Bennett y Paul Lukas, está llevada a cabo por un eficaz profesional como el director Mervyn Le Roy, que logra el producto deseado, resultando un completo éxito comercial, que sigue siendo agradable de ver hoy, ya que gusta a toda clase de públicos, a los que toca la fibra sensible como para que se sienta satisfecho.
Presenta un mundo feliz y sin muchos problemas, un universo sencillo y decadente en el que estas cuatro mujeres representan un compendio de bondad y toda clase de cualidades personales.
El film logra una galería más que aceptable de tipos humanos, en especial en el caso particular de la inquieta Jo, la simpática protagonista de esta historia, y todo un ambiente, un aire y una atmósfera indudable de una forma de hacer cine que ya no volverá nunca jamás.
La cinta posee una buena narrativa, una sabia creación del climax, una eficacia interpretativa de sus actrices y una cuidada ambientación de la época en la que se desarrolla la acción, pero sobre todo se saborea por ser un tipo de cine pasado e irrecuperable con sus postalitas en technicolor, cuya fotografía fue nominada al Oscar, sus buenos sentimientos y su dulce bondad.
Ganó el Oscar a la dirección artística.
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