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CRITICA
Por: PACO CASADO
El género de aventuras en el cine americano siempre ha tenido mucha aceptación y la selva ha sido un escenario habitual de cazadores de animales o buscadores de tesoros.
En esta moderna producción se conjuga algo de las dos cosas, aunque puestas al día.
Una expedición se adentra en la selva africana en busca de la legendaria ciudad de Zing, en la que según cuenta la leyenda, se encuentran las fabulosas minas de diamantes del rey Salomón.
Pero la expedición es atacada por unos extraños simios y la compañía que la mandó decide enviar un nuevo equipo a la zona.
Ahora está mal visto cazar animales y aquí se trata de lo contrario, de dejar en libertad a un simio al que mediante modernos procedimientos de la tecnología se le hace hablar a través de una computadora que traduce los signos de los mudos en palabras.
Y por otra parte está el ambicioso que busca las míticas minas del Rey Salomón, la científica que es enviada al Congo para rescatar una expedición anterior, posiblemente muerta, disponiendo de la última tecnología, etc.
Todas estas historias fueron manejadas en su libro, Congo, por Michael Crichton, anterior a Parque Jurásico, y traducido en guion por el oscarizado por Hechizo de luna (1987), John Patrick Shanley.
Pero la verdad es que donde no hay pelos no se pueden sacar patillas, por lo que el guionista se ha limitado a conjugar de la mejor manera posible todos los personajes y reunirlos en una acción común, poniendo al día la novela que data de los años ochenta, en cuestión política y tecnológica, para sacarla adelante, ya que la anécdota se nos antoja corta, por lo que a veces reincide en lo mismo.
A pesar de no contar con grandes estrellas en su reparto, es una mezcla entre los films clásicos de aventuras africanas y el thriller tecnológico, ha caído bien a la audiencia.
Frank Marshall, director de Aracnofobia (1990) y ¡Viven! (1993), se limita a ponerla en imágenes lo mejor posible contando con un buen presupuesto y los medios adecuados, sobre todo en los efectos especiales de la Industrial Light and Magic y los estupendos decorados, que son de lo mejor de la película, con una espectacular música de Jerry Goldsmith, mientras que el reparto de actores cumple, sin complicaciones.
Un producto discreto para quien guste de la aventura.
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