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CRITICA
Por: PACO CASADO
Ante esta película pensamos que si el cine español se lo propone, algún día puede llegar a ser muy grande, como en su momento sucedió con el neorrealismo italiano.
Tras terminar la carrera de Derecho, Antonio Redondo, contrae matrimonio con Josefina Castro, que acaba de obtener también su título de Medicina.
Cuando la pareja regresa de su viaje de novios, Antonio trata de ejercer su profesión de abogado, pero no tiene suerte y va pasando por diversos empleos: animador de orquesta, vendedor de aspiradoras, maestro y varios oficios más.
Un día se casa y alquila un pisito en el que como él dice en la sala de estar sólo sirve para "estar de pie".
Gracias a un préstamo que le otorgan sus suegros, compra el piso en el que empezar su nueva vida juntos, pero tendrán que enfrentarse a numerosas dificultades.
Por fin, cuando se le presenta un pleito a Antonio, lo pierde.
Como los problemas económicos se acrecientan, Josefina, abre un consultorio como médico.
Pero Antonio, fiel a la tradición española de no permitir que la mujer lo mantenga, decide cerrarlo.
Las perspectivas son negras, pero la pareja se quiere y tiene toda la vida por delante, como le dicen ante su insultante juventud.
Algunas críticas han tomado esta producción como una simple comedia, como un film humorístico, como una cinta de evasión para hacer reír, cuando en realidad es eminentemente dramática con algún apunte cómico.
No se puede tomar esta película en el sentido de una comedia que aparentemente encierra, ya que tiene demasiada amargura en su interior.
Tiene un tema muy real, como el de los estudiantes que tras terminar su carrera, llenos de ilusión, encuentran la dificultad de hallar trabajo y de enfrentarse cara a cara con la vida.
Fernando Fernán Gómez, tras unos años de actividad teatral como actor, se pasó al cine en 1943; diez años después dirigió su primera película, 'Manicomio' (1954), cuando ya tenía una larga filmografía como actor en el cine.
Su cuarto film como director es 'La vida por delante' (1957), una cinta de presupuesto barato, pero posee algo importante que no tiene nada que ver con el dinero: inteligencia.
Fernán Gómez confiesa que tuvo mucha influencia del cine de Luis García Berlanga a la hora de realizarla.
Es una película que toca un problema muy humano, en un clima de ternura y con humor.
El film es toda una muestra de ingenio a la hora de su realización y puesta en imágenes, a la par que resulta muy grata y a la vez simpática.
Bajo el aparente desenfado de una cinta costumbrista e intrascendente, ahonda con un sentido optimista de la vida en los problemas sociales de nuestro tiempo.
Realizada con una gran economía de medios, suple la escasez de recursos con una gran agudeza y notable habilidad.
El guion posee algunos gags, como por ejemplo el del tartamudo en el juicio a la hora de exponer el caso con el Biscuter, que supone una gran hallazgo puramente cinematográfico, que ayudan al ritmo por lo general muy bien llevado.
En el aspecto técnico el director se muestra como un consumado veterano que sabe dar a cada secuencias el tiempo justo y preciso para tener el ritmo adecuado, con encuadres perfectos y una gran calidad en la narración.
La música de Rafael de Andrés tiene una gran sensibilidad con el tono emocional requerido en cada momento, como igual ocurre con la fotografía de Ricardo Torre.
Merece destacarse en la interpretación la labor que lleva a cabo la pareja protagonista, con un Fernando Fernán Gómez en uno de los mejores personajes que le conocemos hasta ahora y Analía Gadé en todo momento bella y femenina como actriz.
Una película que supone un gran logro en el desolado panorama del cine español de nuestros días que representó a España en el Festival de cine de Mar del Plata.
Dos premios del CEC: Mejor film y mejor guion.
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