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CRITICA
Por: PACO CASADO
El tema de la confusión de identidades es un recurso muy socorrido y frecuentemente usado en las producciones de comedia al que se recurre con bastante asiduidad, como sucede en este caso en 'García y García' (2021) en la que ya desde el mismo título apunta claramente por dónde van a ir los tiros.
Dos hombres que tiene el mismo nombre y apellido, el de Javier García, son confundidos al llegar al aeropuerto e ir a recogerlos para llevarlos al hotel, cuando van dos empleadas distintas, de la misma empresa que ha requerido su presencia para resolver un problema, ante la situación de crisis en que se encuentra que de no solucionarlo está abocada a la más absoluta de las ruinas.
Se trata de Hispavia, una compañía de aviación low cost, de poca monta, que se encuentra en dificultades, cuyos beneficios han bajado últimamente y se plantean venderla.
Uno de ellos es un humilde mecánico, que está sin trabajo, que es llamado para solucionar una avería en un avión, mientras que el otro es un asesor internacional de prestigio, que es rico, que está en proceso de divorcio de su loca mujer, que no sabe ni cambiar la rueda de su coche, y mucho menos arreglar un avión, que tiene que diseñar unas nuevas rutas más comerciales que salven a la aerolínea.
Al mecánico lo llevan a un hotel de lujo mientras que al ejecutivo lo meten en una cochambrosa pensión de mala muerte en la que nada funciona.
El destino hará que lleguen a conocerse y que puedan salir del lío en que se han visto metidos sin tener culpa, teniendo para ello que asumir cada uno el cometido del otro.
La falta de conocimiento de la función que han de interpretar, hará que las situaciones en que se ven, de las que tengan que salir del paso, ocasionan los momentos más cómicos de esta historia.
Estos dos personajes son interpretado por los cómicos Pepe Viyuela y José Mota, respectivamente, que coinciden al frente de un reparto de conocidos actores de nuestro cine en otros papeles más secundarios en esta comedia blanca de enredos y equívocos a granel, que va dirigida a la diversión de toda la familia.
La idea argumental parte de Carlos Lamela, el arquitecto de la terminal T4 del aeropuerto de Madrid, desarrollada por el productor Joaquín Trincado y convertida en guion por Ana Galán y la directora de la película, Ana Murugarren, que lleva la historia a buen ritmo para que el interés del espectador no decaiga, al tiempo que se divierta con la comicidad de la cinta.
El argumento parte del absurdo más estrafalario y deriva en lo esperpéntico, desarrollado con un tono amable y simpático de alocada comedia.
Los dos protagonistas son Pepe Viyuela, de exagerada mímica, mientras que José Mota está más comedido como corresponde al papel del ejecutivo que tiene que interpretar.
La dirección de la navarra Ana Murugarren, de 56 años, a quien se le deben títulos como Tres mentiras y La higuera de los bastardos, hace lo que puede en la puesta en imágenes y deja sueltos a los dos cómicos para que actúen a su aire, con la única pretensión de entretener al personal.
Los fans y admiradores de estos dos artistas se lo pasarán bien así como los aficionados a esta clase de comedia española que les haga olvidar los problemas personales.
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