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CRITICA
Por: PACO CASADO
La guerra de Vietnam sigue llevándose la parte del león en estos momentos en lo que se refiere a argumentos para el género bélico con respecto a las producciones de esta clase que se están realizando en estos tiempos.
Continúan apareciendo películas que llevan por tema central ahora, no ya el propio conflicto bélico, sino las secuelas que éste ha generado, como prisioneros que aún están perdidos por los distintos escenarios guerreros de la intrincada selva del territorio vietnamita.
Si además ocurre que aparece un título como el de Acorralado (1982), con un personaje como el de Rambo, que tiene un enorme éxito, no resulta nada extraño que salgan nuevos argumentos con tipos que son enviados a rescatar a soldados perdidos por aquella tierras o aún prisioneros debido al conflicto bélico.
Con esto no queremos decir que este film trate de copiar a ese otro protagonizado por el personaje de Rambo, pero sospechosamente tiene una cierta similitud con respecto a aquel, aunque en este caso no tenga a Sylvester Stallone como principal protagonista en su reparto, pero sí posee en su cabecera de cartel otro nombre con un cierto atractivo como es el de Chuck Norris.
Además el hecho de ser una segunda parte de Desaparecido en combate (1984) realizada en la misma fecha, con lo que ésta tiene un precedente y un punto de partida de conocimiento de los personajes para los que ya vieran la primera.
La captura del coronel James Braddock durante la guerra de Vietnam, en la década de los años 1970, y su cautiverio con otros prisioneros de guerra norteamericanos en un brutal campo de prisioneros y sus planes para escapar, constituye el argumento de esta historia, que es ya consabida por el cliché que se ha manejado con anterioridad.
El protagonista vuelve a Vietnam para rescatar a prisioneros quedando a su vez atrapado en uno de esos campos, en el que se encuentra de frente con el coronel Yin, que sigue empeñado, a pesar de haber terminado la guerra, en continuar con la suya particular, haciéndole pasar, tanto a él como a los demás prisioneros, toda clase de penalidades y torturas.
De esta manera el ánimo del espectador se carga suficientemente para el consabido y esperado combate final que se ha de producir entre ambos.
La cinta, en este sentido, no ofrece nada diferente que no hayamos visto ya en otras producciones de este género, más que una nueva aventura, que únicamente se distingue por la puesta en escena y la emoción que se produce debido a los distintos intentos de fuga, aumentados más si cabe en su tramo final.
La interpretación es bastante convencional y característica de esta clase de películas, con una floja fotografía en color de Jorge Stahl y poco más que merezca la pena ser destacado.
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