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CRITICA
Por: PACO CASADO
El cine italiano tiene por costumbre tomar los título de las grandes producciones y hacer una parodia de ellas con más o menos acierto y comicidad.
Ahora el cine español también parece que se va a dedicar a ello, pero con tan mala fortuna que es verdaderamente lamentable que se haya prostituido una obra de arte como es Las noches de Cabiria (1957) de Federico Fellini, para convertirla en algo tan monstruoso como esta película que, si bien en su día estuvo retenida por la censura española, creemos que no se hubiera perdido nada si así hubiera seguido.
Aquí se cuenta la historia de Alfredo Velázquez, el típico español de clase media, lleno de complejos, empleado de banca, con un salario bajo, pluriempleado para llegar a fin de mes, reprimido sexual y todo los defectos que se quiera.
Un día animado por un amigo, decide además hacer de gigoló en su tiempo libre, en una zona turística de la costa ofreciendo sus servicios sexuales a las extranjeras.
De esta forma podrá ahorrar dinero para casarse con Mari Carmen, su virtuosa novia de toda la vida.
No somos más papistas que el Papa, simplemente que creemos que se está llegando a una degeneración tal del cine español que se está pasando de los límites.
Para hacer un cine más o menos comercial, no hace falta tratar estos temas tan bajos y vergonzantes y que actores, técnicos y guionistas se presten a este sucio juego.
Y lo que más nos llama la atención es que en la nómina figura el nombre de un guionista como Juan Miguel Lamet, que en su día figuró en la redacción de críticos cinematográficos de una de las más interesante revistas especializadas de este país, que defendió desde sus columnas al buen cine y que ahora se dedique a colaborar en hacer esta clase de engendros fílmicos.
O el de un Alfonso Paso, como si no ganara ya bastante dinero con sus malas obra teatrales o sus vulgares guiones televisivos y la producción de sus horribles films.
Todo esto no viene más que a demostrar la degeneración a que está llegando una cinematografía como la nuestra cuando se intenta hacer un cine comercial alimentando los más bajos instintos y gustos de un público tan poco formado como el español.
Lo más lamentable es que se pueda tratar estos temas en tono humorístico, mientras que cintas que se lo toman en serio tengan que estar al capricho de que la censura las autorice.
Todo en esta película de tan pésimo gusto es de baja calidad, por lo que sería perder el tiempo en tener que analizar uno por uno los distintos aspectos que nos llevan a darle tan baja calificación, exponiendo además adulteración de las costumbres cívicas y morales más primarias, aunque sea ridiculizándolas y con moraleja final incluida.
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