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CRITICA
Por: PACO CASADO
Se puede decir que el tema es lo único que ha quedado virgen junto con la buena intención y el empeño de sus autores, todo lo demás ha sido prostituido por la maldita comedia española que tanto se lleva hoy día que lo arrasa todo a su paso.
José María Forqué, con quien tuvimos ocasión de hablar el pasado año en la Seminci de Valladolid, nos dijo que su intención es continuar con un cine de crítica social que ya había iniciado en El monumento (1970) y continuaría con 'La cera virgen' (1971).
Aquí toma por delante la hipocresía de cierto estamento de la sociedad española empeñado en un conservadurismo a ultranza de costumbres ancestrales de siglos atrás y así aparecer ante los demás y procurar que sus prójimos le sigan en esta apariencia mientras por detrás desatan la represión que por delante han de aparentar en actos, forma de vida, costumbres y pensamientos.
La intención de Forqué, Azcona y Soria es buena, lo que no es tanto es el resultado.
Hay un refrán español que dice que "De buenas intenciones y opípara cenas, están las sepulturas llenas.
De igual forma se diría que está muerto en este sentido el cine español.
No obstante esta vez no culpamos totalmente a los autores.
Ellos han querido hacer una buena película como lo demuestra el zahiriente guion lleno de humor negro y amargura constante que suele derrochar Azcona en sus trabajos.
Pero también sabían, como se lo ha demostrado más de una vez la propia experiencia de Azcona con Berlanga, que el film no resultaría comercial y su crítica permanecería guardada en las latas quedándose ineficaz el esfuerzo.
Así han tenido que mezclar sus intenciones con lo comercial, a lo que le obliga esta misma sociedad hipócrita que no permite la entrada de obras de arte fílmicas y que sin embargo cree estar a la altura del cine mundial dejando hacer este pornográfico cine español de insulsa comedia barata.
Intuimos una cierta venganza en los autores al llegar al límite de lo permitido por la censura porque estamos seguros que más de uno se va a ver reflejado en los personajes, molestándose por ello y también por el verderón espectáculo que se ha montado.
Aquí es donde creemos que reside el fallo de la cinta, en el excederse en la forma para recubrir las buenas intenciones de la feroz sátira social, corriéndose el peligro que al sobrepasarse, el público ingenuo, el que no participa en la crítica de la película, trate de pasárselo bien con una comedia divertida tenga su premio de manera generosa en la forma, pero se quede solamente en lo superficial sin calar en la intención más profunda de los autores de la misma.
Forqué, que prometía en sus comienzos, se dio cuenta un día que con sus buenas ideas no se come en nuestro cine y tuvo que mezclarlas con lo comercial para poder vender sus productos, como lamentablemente ocurre con todos los jóvenes cuando comienzan que terminan claudicando o se tienen que adocenar haciendo cosas absurdas en la TV.
Forqué ha elegido un brillante formato, típico de la comedia española, con fuerte colorido, vistosos números musicales con más o menos ingenio o inteligencia y con pegadizas canciones de Adolfo Waitzman.
Lo que no comprendemos es cómo no se le ha ocurrido a nadie doblar a Carmen Sevilla o que alguien le enseñe a halar sin acento.
Si es por orgullo profesional no le favorece nada en esta segunda etapa de su carrera, más conocida como la del destape, en la que la actriz se propone interpretar otros papeles muy diferentes de los anteriores.
José Luis López Vázquez salva una vez más su personaje que en esta ocasión es un poco distinto a los de siempre.
Pese a tratarse de una sátira de la hipocresía, la forma en la que se desarrolla y las concesiones que se hacen a una comicidad de dudoso gusto, la convierten en una más, en la que los aspectos morales que pudiera contener se diluyen.
Es esta circunstancia y el constante exhibicionismo que le caracteriza es lo que justa la censura dada.
Premio a Maribel Martín del Sindicato del espectáculo.
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