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CRITICA
Por: PACO CASADO
La cuestión de la frigidez femenina ha estado presente en el cine en diversas ocasiones, aunque la más sonada de todas puede ser la famosa 'Repulsión' (1965), de Roman Polanski, que marcó el acercamiento a esta problemática.
A George Lautner siempre le hemos tenido como un profesional, un realizador del cine francés de producciones policíacas, pero como un simple pretexto para exhibir su humor y su cuidada caligrafía de honesto artesano.
Con 'Los senos de hielo' (1973) retoma el asunto con este expresivo título con un trasfondo policíaco y se aborda el problema de una mujer que cae en el crimen por culpa de sus sentimientos de hostilidad hacia los hombres.
Si existe un problema de frialdad en el personaje de la protagonista, también lo hay en la propia película en la que igualmente se da algo de ello, al darle el director un tono distanciado y pretendidamente psicológico a la historia en perjuicio de la acción y la narrativa de la misma que resulta algo morosa y reiterativa en algunos momentos.
Sin embargo aquí nos sorprende Lautner al encontrarlo con el tema del género pero tratado en este caso en serio y con tintes bastante dramáticos que por momentos llega casi a tocar el terror psicológico.
El film, en su comienzo, parece que va a tomar los derroteros tradicionales, de comedia amable a que nos tiene acostumbrados su realizador, pero pronto cambia el tono.
Un escritor de guiones de televisión y dramas radiofónicos, François Rollin, encuentra en una playa a Peggy, una enigmática mujer de la que se enamora, queriéndola hacer protagonista de una de sus historias para la pequeña pantalla.
Pero rápidamente la cinta entra por otros caminos, al estar enamorado también de la chica su abogado.
Centrados los personajes en la antítesis entre el frío abogado y el fogoso amigo escritor y guionista de televisión, sin embargo los secundarios quedan más desdibujados en esta historia policíaca que toma la vía del amor apasionado que termina de manera imprevista.
A lo largo del relato se nos va poniendo en claro el pasado de ambos, sucediéndose varias muertes e instantes dramáticos salpicados con algo de terror en ciertos momentos de la trama.
El oficio de George Lautner saca partido de determinadas escenas espectaculares y encamina bien a los actores, con un Alain Delon que prefiere mantenerse distanciado y frío para dar más dureza a su personaje y correcta Mireille Darc en un difícil papel que va desde la chica amable y encantadora, pero frígida ante los hombres, hasta la mujer que posee el drama interior de su psicopatía y su negro pasado.
La correcta fotografía de Maurice Fellous y la adecuada música Philippe Sarde complementan una interpretación en la que destaca Claude Brasseur en el papel del guionista, mientras que Alain Delon parece preocupado más por dar el tipo físico y de aportar su nombre como garantía comercial al ser también coproductor de la cinta.
Un producto sin muchas pretensiones, sin grandes fallos ni notables aciertos, que mantiene bien el interés y el suspense realizado con corrección.
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