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CRITICA
Por: PACO CASADO
Hace ahora justamente diez años que en 1979 el director Don Coscarelli hacía la tercera película de su aún incipiente filmografía 'Phantasma', con un argumento de terror, que resultó algo desigual, pero que al menos contenía algunos elementos originales que en cierta manera mantenía el interés del espectador al que lograba sorprender y asustar en muchos momentos, y sobre todo, tenerlo en tensión durante la hora y media que duraba su proyección.
El guion no tenía mucha coherencia y, por supuesto, tampoco demasiada lógica, pero todo ello estaba suplido por un gran derroche de fantasía.
El espectador, había veces que se perdía, porque con frecuencia se mezclaba la realidad con la ficción o con los sueños de los protagonistas.
Aquel film recibió el premio especial del jurado en el Festival de cine de terror de Avoriaz.
Un año más tarde Don Coscarelli se pasó a otro género distinto a éste con El señor de las bestias (1979) aunque también estaba lleno de fantasía, esta vez sin terror.
Ahora vuelve a aparecer con una continuación de aquel 'Phantasma' (1979) aunque en esta nueva entrega en el original lleva detrás el II, en ésta se le ha puesto Phantasm, El regreso, para distinguirlo de un Phantasm II que originalmente se titulaba Salem's Lot, dirigido por Tobe Hooper, que no era más que un capítulo de una serie de televisión, que se exhibió en las salas comerciales, pero eso es lo de menos.
Siguiendo la anterior historia Mike, que ha sido dado de alta en el hospital psiquiátrico, se encuentra con su amigo Reggie y descubre que sus sueños, que tenía en la cinta original, son reales y ambos se unen para viajar juntos y encontrar y detener al malvado Hombre Alto que le producía sus pesadillas.
Ahora en cambio aparece en sus sueños Liz, una guapa chica que él cree que está en peligro y necesita su ayuda.
El caso presente es que Don Coscarelli se nos muestra aquí más desmadrado que en la primera entrega, con un guion propio que no tiene pies ni cabeza, en el que el espectador tiene que recordar los personajes de la primera, pero aún así, si lo consigue, no podrá poner en pie lo que esta vez se nos cuenta, sin la originalidad de aquella primera y atentando contra cualquier regla de verosimilitud cinematográfica, jugando siempre a hacernos caer en la trampa y logrando el susto fácil, sin imaginación y sin la más mínima coherencia en su argumento.
Tenemos así una segunda parte que se podía haber ahorrado y que no perseguía otra cuestión más que la de obtener una buena taquilla, dado el éxito de la anterior en este sentido, que con un presupuesto de 300.000 dólares consiguió casi 12 millones en todo el mundo.
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