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CRITICA
Por: PACO CASADO
La acción, ambientada en el Japón, se desarrolla en la extraña ciudad fronteriza de Samurai Town, en la que parece que están siempre de carnaval, que es dirigida por un tipo de raza blanca al que llaman El Gobernador.
Un día se produce un atraco a un banco a cargo de dos individuos, Saico y Hero, que no son más que unos delincuentes.
Uno de ellos, Saico, consigue huir cuando tras volverse loco origina una gran matanza con las personas que estaban dentro de la entidad bancaria, mientras que Hero, después de pelearse con su compañero por lo que había hecho, queda inconsciente en el suelo y es atrapado.
Poco después el tiránico Gobernador lo pone en libertad a cambio de que consiga rescatar a su nieta adoptiva, Bernice, que ha sido secuestrada, pero para ello se le coloca un traje de cuero negro cerrado con una llave y dotado de una serie de botones luminosos que son explosivos que explotarán si no lo consigue o quiere escapar al cumplirse el plazo dado.
El personaje deberá cargarse a un gran número de enemigos si quiere cumplir a tiempo el encargo hecho por ese señor de la guerra y de paso redimirse de sus pecados.
Tiene cinco días para ello, logrando además su libertad y en ese tiempo llega a una tierra fantasma llamada Ghostland, como su propio nombre indica, donde los que la habitan se consideran prisioneros del Gobernador y allí pronto encuentra a Bernice con la que tratará de escapar y de liberar de paso a los habitantes, que dirige un tal Enoc, una especie de predicador, que está convencido de que hasta que no se rompa la maldición que cae sobre ellos no serán libres.
Nunca habíamos visto un guion más disparatado, sin más sin sentido, sin pies ni cabeza, con una corta anécdota argumental que se estira hasta la saciedad, en la que con frecuencia la mayoría de los diálogos son coreados por todo el pueblo, como si se tratara del coro de una tragedia griega.
Los personajes no pueden estar menos diseñados ni peor definidos.
Nicolas Cage tuvo una época en la que hizo buenas películas y hasta consiguió un Oscar por su trabajo en 'Leaving Las Vegas' (1995), pero de unos años a esta parte se ha apuntado a hacer los peores films de su carrera al escoger malos personajes de cintas de serie B que le están dado una mala fama, a no ser que esté falto de liquidez y acepte hacer estos trabajos meramente alimenticios.
Confesamos que el nombre del director Sion Sono, no lo conocíamos hasta que nos llegó a las pantallas españolas El bosque sangriento (2019, uno de los títulos del medio centenar que componen su filmografía siendo 'Prisioneros de Ghostland' (2021) el segundo suyo que vemos en nuestras salas.
Es uno de los directores japoneses más extragavante y de filmografía más estrafalaria que tiene fama de ello, por lo que en este caso coincide con Nicolas Cage actor con el que hace su primera película casi toda ella en inglés, convertido en un director de culto para sus seguidores a los que les gusta que le sorprenda con sus nuevos productos que resultan tan sorprendentes como irritantes por igual.
No será por falta de experiencia, pero el resultado de este film no puede ser más caótico y excéntrico en el que no logra poner en pie un guion tan mal construido.
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