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CRITICA
Por: PACO CASADO
En unos momentos en los que la mayoría de las películas que vemos en nuestras pantallas son superficiales, sin argumento, sin ninguna base sólida para sustentar todo el armazón de las imágenes que se nos muestran, ver un film como Muerte en el Nilo (1978), es ya de por sí muy de agradecer.
No cabe la menor duda que la base de la gran escritora Agatha Christie es una auténtica garantía de tener un buen argumento.
La gran maestra de la literatura policiaca y de intriga, en este caso con su habitual protagonista, el detective belga Hercules Poirot, entreteje una historia criminal en la que cualquiera de los personajes que se encuentran a bordo del Karnak, en un lujoso crucero por el Nilo, en un aparente viaje de placer, pero con intereses creados, puede ser sospechoso del crimen que se ha cometido durante el trayecto, de una joven heredera millonaria, recién casada, que disfrutaba de su luna de miel.
Poirot ha de identificar al asesino antes de llegar a puerto.
La primera media hora de la cinta se emplea en plantear el drama y en conocer a todos y cada uno de los personajes que intervienen en el viaje, y se nos dan los motivos para realizar el mismo, al tiempo que conocemos los motivos precisos y lógicos para justificar su presencia en el lugar del crimen, y que después esté más clarificado el enredo para el espectador.
La ambientación es larga y prolija, pero después comprendemos que era necesaria para la más fácil comprensión.
En cualquier momento un personaje se cruza con su víctima y en un breve flash se nos da la motivación que pudiera ser suficiente para asesinarla.
Uno de los aciertos del guionista, Anthony Shaffer, es el haber puesto en imágenes todas y cada una las deducciones que lleva a cabo Poirot, lo que facilita el entendimiento de las conclusiones del detective, y hace que la narración transcurra de forma más fluida.
De esta manera lo que hubiera sido un indescifrable diálogo cargado de nombres, se convierte en un discurrir preciso y claro de imágenes para una mayor facilidad para del espectador.
No es esta la primera vez que se lleva a la pantalla una novela de la genial escritora Agatha Christie, ya que con anterioridad lo han hecho otros directores e incluso con más talento, precisión y acierto que en esta ocasión: recordemos sin ir más lejos la extraordinaria 'Testigo de cargo' (1957), de Billy Wilder.
En esta ocasión, John Guillermin le ha dado un tono de cine clásico que creemos es perfectamente muy adecuado a lo que se pretendía y a las exigencias de la propia novela.
Compensa además con una larga nómina de grandes estrellas y actores que se adecuan muy bien a sus respectivos papeles, por lo que no es preciso destacar a nadie en particular, no obstante comentar que nos convence Peter Ustinov en el personaje de Hercules Poirot.
Nino Rota compone una partitura adecuada a esta clase de cine, con constantes melodías de fondo a las imágenes en un buen porcentaje de las secuencias, como se hacía antes, y alejándose del tipo de música creada para las películas de Federico Fellini.
John Guillermin, director muy dado últimamente a los films espectaculares como 'El coloso en llamas' (1974), se ha permitido el lujo de tener como director de fotografía a otro gran realizador como es Jack Cardiff, que acepta de nuevo volver a actuar en su antiguo oficio del que salió en su momento para convertirse en un inteligente director.
Completa el panorama el perfecto guion sin fallos de Anthony Shaffer, en una buena adaptación de la novela que tiene por base, lo que se convierte en definitiva en una interesante cinta y a la vez un gran espectáculo.
Oscar y Bafta al vestuario. Mejor película y actor Peter Ustinov en los premios del cine británico. Premio NBR a Angela Lansbury.
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