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CRITICA
Por: PACO CASADO
Hace ya algunos años y nos referimos a unos 17, se comenzó a hacer la serie de producciones sobre el personaje de Don Camilo, creado por el escritor italiano Giovanni Guareschi, que tantos quebraderos de cabeza le trajera a este autor, recientemente fallecido.
Los sinsabores y amarguras le llevaron incluso a estar entre rejas, pero no por ello la pluma de Guarsechi se arredró ante tantas dificultades que arrostró con todas las consecuencias.
Tal vez esto fuera lo que hiciera a esta obra más atractiva para ser llevada al cine, al representar a un sacerdote valiente que, entre serio y bromas, dice verdades como auténtico puño.
Este interés también llamó la atención de los distribuidores españoles que por aquellas fechas anunciaron la venida de algunas de estas películas a España, pero la censura se encargó de impedirlo con su prohibición.
Don Camilo es un personaje muy querido para nosotros, ya que en aquellos momentos de líos y discusiones, tras la publicación de la primera novela, vio la luz en una adaptación radiofónica en las antenas de la emisora de Radio Vida, posteriormente Cadena Cope, siendo éste el primer contacto que tuvimos con él.
Por otra parte no es la primera película que vemos de esta serie, ya que en el presente año tuvimos ocasión de ver una de ellas en la pasada Semana Internacional de Cine de Valores Religiosos y Humanos de Valladolid.
Precisamente por ser un personaje conocido y querido es por lo que tal vez le exijamos más a su manera de ser llevado a la pantalla.
No nos quejamos por cómo es representado por Fernandel, ya que creemos que ha encontrado el actor a la medida, ni tampoco del personaje de Peppone que encarna Gino Cervi, pero sí había que haberle exigido más a la puesta en imagen a su guion y a la manera de sacarle más partido a la anécdota que se nos cuenta.
En esta ocasión el sacerdote Don Camilo chantajea de forma amistosa a su rival político Peppone para que lo deje unirse a una delegación comunista que va a ir de visita a la Unión Soviética para asistir al hermanamiento del pueblo de Peppone con otro ruso.
Naturalmente el film gana cuando ellos dos se encuentran en escena, ya que son el alma y la vida de esta historia.
Sus mentalidades son, si se quiere, un poco infantiles y sus constantes faenas se parecen algo así como a las de los célebres personajes de los dibujos animados Tom y Jerry, pero en el fondo están siempre el uno al lado del otro y no podrían vivir separados.
Es verdaderamente una lástima que un escritor tan interesante como Giovanni Guareschi, con unos personajes tan bien definidos como Don Camilo y Peppone y con un material tan digno, el director Luigi Comencini no haya sacado más partido de todo ello.
Por su parte se limita a darle un aire de sainete en ocasiones e incluso se introduce una historia amorosa para que no falte de nada, haciendo la cinta más comercial con un final feliz a la americana.
Aunque la postura del sacerdote se ridiculiza en algunas ocasiones, su conducta es siempre ejemplar, así como sus relaciones con el dirigente político que están llenas de humanidad y ejemplaridad.
Esta es, como decíamos, la primera de la serie que nos llega a España, aunque sea la última, por ahora, ya que se deja la puerta abierta para nuevas posibles aventuras de estos dos personajes.
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