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CRITICA
Por: PACO CASADO
Cualquier tema es apto para que la cinematografía italiana introduzca en el mismo su buen humor para confeccionar una comedia picante y divertida.
Una de las épocas que parece que es de las preferidas por los realizadores de aquel país es la medieval, posiblemente por la facilidad de tener los escenarios más apropiados para ello.
La acción de esta pícara comedia de carácter sexual se sitúa en un pequeño y agradable pueblo de la Italia Medieval que está en la región de la Toscana, ocurrida allá por el año 1380, momento en el que existía la costumbre de condenar a morir en la hoguera a aquellas mujeres que eran sorprendidas en infraganti adulterio, algo que sin embargo no ocurría así con los varones, por lo que las féminas estaban en clara desigualdad de derechos y condiciones con respecto a los del sexo opuesto.
En esa situación se encuentra una mujer que está condenada por la acción ilegal de cometer adulterio.
Entre tanto tres jóvenes intentan seducir a tres hermosas chicas, una de las cuales es la hija de la Madonna, (que es el término que se usaba para denominar a una dama), infiel y otra es una virgen asustada por el sexo.
Los intentos de seducir a las jóvenes se cruzan con las intrigas de las dos damas, pero el objetivo es que todas tengan sexo.
Ese panorama se acabó cuando Mandonna Giulia trató de reivindicar para las de su género los mismos derechos que los hombres.
La acción se completa con la aventura de esos tres jóvenes en busca de fáciles asuntos amorosos y de un tacaño marido.
Esta lasciva comedia se inspira en los cuentos de Boccaccio con marido viejo y esposa joven que pide guerra, con una impresionante Edwige Fenech.
La película, dentro de las comedias de este género, posee una notable gracia y chispa en los diálogos con los que hacen reír al respetable, aunque peque en ocasiones de una cierta ingenuidad en cuanto a su desarrollo argumental con las consiguientes escenas convencionales propias de estos casos con protagonistas travestidos y otras andanzas más o menos similares.
La realización de Arnaldo Grimaldi es la adecuada a este desenfadado tema a lo que contribuyen los actores, con Edwige Fenech a la cabeza del reparto, con sus grotescas y atrevidas situaciones de carácter sexual.
Buen colorido en la fotografía de Angelo Lotti y música apropiada en la banda sonora compuesta por Giorgio Gaslini.
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