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CRITICA
Por: PACO CASADO
Presentada en el último Festival de cine Imagfic, celebrado recientemente en Madrid, 'Muñeco diabólico' (1988), fue una de las máximas triunfadoras, gozando de la aceptación popular.
El género de terror sigue en el candelero y así se agolpan incluso más de una película de esta clase en el mismo complejo cinematográfico de varias salas.
Esto quiere decir que sigue estando de moda esa clase de cine y que el público joven lo acepta bien, siendo su preferido.
En este caso se da la circunstancia de ser Tom Holland el director del film que es motivo de este comentario.
Un cineasta que tras ser actor y hacer los guiones de cintas como 'Curso 1984' (1982) y 'Psicosis II: El regreso de Norman' (1983), debutó en la dirección con un guion propio con la película 'Noche de miedo' (1985) que, debido al gran éxito conseguido ha tenido una continuación con 'Noche de miedo 2' (1988).
Ahora vuelve con su género preferido, el terror, con 'Muñeco diabólico' (1988).
Pero si bien en la película de su debut se lo tomaba a broma, en esta ocasión la cosa va más en serio, aunque no por ello se ha perdido la fantasía y al mismo tiempo también se exige la complacencia del espectador para entrar en el juego que se nos propone.
Porque en este film nos cuenta la historia de una venganza, la de un muñeco, o mejor dicho se trata de un asesino en serie que después de cometer un atraco, se refugia en una juguetería y al tiempo de morir, y gracias a sus prácticas de vudú, traspasa su alma a un muñeco que funciona a pilas para que lleve a cabo su venganza, lo que hará que el propio juguete cobre vida y cometa un asesinato tras otro, hasta llegar a matar a todos los compañeros que lo traicionaron.
Estos hechos no dejarán en paz al pobre Andy, un pequeño de seis años, que soñaba con el enorme muñeco, al que llama Chucky, adquirido a bajo precio en un callejón solitario, e igualmente ocurre con su madre.
Tom Holland se apoya en algo muy simple como es sacar terror de la inocencia de un simpático muñeco, algo tan cotidiano y tan cercano a nosotros a poco que encontremos a un niño cerca de nuestro lado, y eso tan inofensivo se convierte en el enemigo más mortal y terrorífico.
La primera parte de esta historia transcurre con normalidad hasta que entra en escena el demoníaco juguete y comienza a hacer de las suyas, que es cuando auténticamente cobra vida, se mueve por sí solo, pone cara feroz y termina por ser poco menos que un ser invencible.
Desde la mitad de esta historia en que el angelical muñeco se convierte en diabólico instrumento del mal, se hace el amo de la atención del espectador, ya que es admirable lo conseguido con los efectos especiales con el pequeño vengador, que necesitó a nueve personas para su manejo, logrando movimientos espectaculares que son realmente destacables.
No cabe duda que hay que entrar en este juego, admitir la premisa del convencionalismo de que un muñeco, que es un objeto que podemos tener tan cerca, pueda cobrar vida, algo que no es creíble, como para que pueda producir miedo, terror e incluso produzca la inquietud en el espectador sea más factible.
Por otra parte, a partir de ese momento es cuando también comienzan a tener carácter de protagonista los efectos especiales que hacen que el hasta entonces simpático muñeco, se convierta en un elemento odioso y poco menos que imposible acabar con él.
La cinta tiene una buena factura de realización y está llevada con corrección, tanto por la parte de la dirección, como por el lado de los principales protagonistas, incluido el pequeño actor que emula perfectamente a los mayores.
Por lo demás la historia, salvo lo apuntado, no tiene nada de novedoso en su desarrollo.
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