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CRITICA
Por: PACO CASADO
Tras los ríos de tinta que se han vertido en las muchas páginas de periódicos en los que se ha escrito sobre esta película desde que comenzó a proyectarse en los Estados Unidos, donde empezaron las primeras manifestaciones y posteriormente en los festivales europeo en los que se ha presentado, entre otros San Sebastián, no era de extrañar que el film fuera un gran éxito de público, al margen de la calidad artística o espectacular y ni siquiera por el tema tratado, que ha sido el origen de la polémica.
Hasta los obispos y el propio Vaticano se han manifestado contra ella, arguyendo que atenta contra la fe católica, atacándola en la base de sus creencias más firmes, como la doble personalidad de Cristo como hombre y como Dios a un tiempo.
Hacer la crítica de esta cinta tiene el riesgo de caer en una crónica de sucesos, como hemos apuntado, acaecidos desde su polémico estreno norteamericano, hasta las manifestaciones organizadas en los festivales o las religiosas ante los cines en los que se proyecta.
O bien caer en una exégesis teológica sobre los contenidos religiosos que tanta polvareda ha levantado, desde que se publicó, hace ya tiempo la novela, hasta ahora convertida en celuloide por Martin Scorsese.
Hay que partir de la base que no es la primera vez que la figura de Cristo, llevada a la pantalla, levanta polémica.
Sin ir más lejos, ahí está, cercano aún, el Jesucristo Superstar (1973) de Norman Jewison, convertido en una ópera rock.
Hay que partir de la base que no es el texto evangélico, sino las elucubraciones que el escritor griego hace sobre la figura de Cristo a través de una novela, en la que se juega con la dualidad divina y humana, dándole preponderancia a esta última y como tal está sometido a las tentaciones propias del hombre.
Martin Scorsese, católico, ex seminarista, da rienda suelta a las inquietudes religiosas de la obra de Kazantzakis, dando preponderancia a la dimensión humana de Cristo y olvidando un tanto su divinidad.
Pasa de puntillas por determinados pasajes, cambia otros y fabula sobre aquello que no nos cuentan los evangelios.
Después de verla pensamos que no hay por qué rasgarse las vestiduras, si partimos de la base que no es más que la transposición al cine de la novela del escritor griego Nikos Kazantzakis en la que se elucubra sobre la vida de Cristo y lo que pasaría si como hombre se dejara llevar de determinadas tentaciones, que como tal, muy posiblemente tendría, y fantasea sobre unos posibles amores con María Magdalena venidos de su amistad de cuando eran niños y especialmente la tentación última, ya en la cruz, en los instantes de la agonía, cuando un demonio con figura de mujer le hace creer que ha sido perdonado y no es necesaria su muerte, olvidarse de su condición divina, de su misión salvadora y redentora de la Humanidad y le hace ver su vida como hombre, casado, con hijos y muriendo como cualquier mortal.
La película toca de pasada algunos apuntes evangélicos y otros los trata ligeramente, pero sobre todo inventa sobre aquellos años y aspectos que el evangelio no nos cuenta.
Como film lo encontramos algo lento, demasiado largo, premioso, abundante en diálogos y no creemos que sea de lo más logrado de un director tan interesante como Martin Scorsese.
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