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CRITICA
Por: PACO CASADO
Sam Ali es un joven sirio que está locamente enamorado de Abeer y yendo de viaje en tren le declara su amor al grito de Viva la revolución y es apresado, pero escapa de la cárcel y tiene que irse del país porque es buscado por la policía.
Atraviesa la frontera con el Líbano y allí se establece trabajando en una granja avícola, con un sueldo miserable.
Un día conoce a Jeffrey Godofroi, un famoso artista tatuador, belga-americano, muy acreditado, que le propone comprarle la piel de su espalda a cambio de una fuerte cantidad de dinero, terminando así convertido en una obra de arte viviente, con un gran valor en el mercado, con el compromiso además de asistir a las exposiciones de salas de arte y museos, como un trabajo más y se quedará con su piel el día que se muera.
Entre tanto Abeer se ha casado con Ziad, un hombre influyente, un diplomático sirio destinado en Bruselas, pero no ha olvidado a Sam y tampoco él a ella.
Mientras que los coleccionistas están interesados en adquirirla, los defensores de los derechos humanos creen que eso es un modo de esclavitud y de explotación del ser humano, cuando el propio Sam Alí es objeto de una subasta.
Sam terminará dándose cuenta de que ha vendido algo más que su piel, como es su propia libertad.
En principio se puede pensar que el argumento de esta película es un tanto absurdo y sin sentido, pero cuando se conoce la anécdota real en la que está basado, la cosa cambia y empieza a tener algo más de sentido, fruto de la desesperación de un exiliado loco por amor.
La idea para componer el guion le surgió a la escritora tunecina Kaother Ben Hania, al conocer un día en el Museo del Louvre de París en el año 2012 ese insólito hecho real en el que el artista belga Tim de Delvoye había tatuado la espalda de Tim Steiner que éste exhibía durante unas horas como compromiso adquirido al ser comprada por un coleccionista alemán por una elevada cantidad.
Tiene la historia un cierto paralelismo con la de Fausto ya que esta vez en lugar de vender su alma al diablo vende su piel a un coleccionista y algo tal vez más preciado como es la libertad.
A lo largo de la narración se mezcla el amor, el arte, la libertad, los refugiados, el terrorismo, la política, el exilio que no acaba de cazar del todo bien dentro de esta historia que tiene un sorprendente final.
Entre el reparto de actores, que no son muy conocidos por estas tierras pero que cumplen con sus cometidos, destaca la presencia de Monica Bellucci en el papel de Soraya, la astuta galerista de Jeffrey, una especie de asistente o secretaria del artista, que Sam Ali utiliza para darle celos a su amada Abeer.
El tema de este film es el cuerpo de un hombre convertido en una obra de arte viviente y expuesto en un museo, en este caso el de Sam Ali, un refugiado sirio, que pronto se dará cuenta de que ha vendido algo más que su piel, su propia libertad.
La cineasta realizadora Kaouther Ben Hania trata de mantener el interés de este su segundo largometraje de ficción un tanto confuso en algunos momentos hasta llegar al imprevisto desenlace.
Nominada al Oscar como mejor película extranjera. Premio al mejor film árabe en el F. El Gouna. Premio Lumiere como mejor coproducción internacional. Premio Andreas en el F. de Noruega. Mejor guion en el F. de Estocolmo. Premio Edipo Rey y mejor actor en Venecia. Premio del público en el F. War o Screen.
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