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CRITICA
Por: PACO CASADO
En el año 1990 Tom Holland dirigió 'Muñeco diabólico', una película de terror que fue escrita por Don Mancini y junto con John Lafia hicieron el guion.
Ahora este último se hace cargo de la dirección, teniendo así una nueva oportunidad de ponerse detrás de las cámaras, después de haber realizado un primer largometraje que fue el de su debut, 'La iguana azul' (1988).
John Lafia recoge así el relevo de ese éxito comercial que fue la primera parte y como para la imaginación de los guionistas y la magia del mundo del cine no hay nada imposible, a pesar de que el susodicho muñeco, llamado Chucky, fue destruido al final de la primera aventura, de nuevo la fábrica de juguetes lo reconstruye, y otra vez el espíritu del asesino que se había alojado en su interior y que lo dotaba de vida, así como de instintos criminales, vuelve a introducirse en su interior.
Pero ocurrirá que si se lleva mucho tiempo dentro del muñeco, según los ritos de la macumba, permanecerá allí para siempre.
Debido a ello volverá a buscar al niño Andy Barclay, para apoderarse de su alma, originándose un terrible combate entre ambos.
Los dos han crecido, son más listos y están llenos de sorpresas chocantes para todos los espectadores, ya que se vuelve de nuevo a desatar la tragedia.
Su madre ha sido internada en un psiquiátrico y él se encuentra recluido en un orfanato que terminará por dejarlo finalmente en compañía de unos padres adoptivos, que a su vez tienen además adoptada a otra joven en edad adolescente.
Cuando comienzan a producirse de nuevo los extraños fenómenos y los asesinatos, nadie creerá al pequeño Andy y únicamente su hermanastra le ayudará a salir de tan terrible trance.
El film no se despega mucho de los clásicos que son secuelas de éxitos anteriores, aprovechando los caracteres de los personajes y aún a pesar de que muchos de los técnicos y actores han sido cambiados con respecto a la primera, se sigue más o menos con el mismo ambiente de misterio y terror de la anterior.
Lo cierto es que la primera historia no daba para mucho y esta también da la sensación de ser una continuación de aquella ya que también en el metraje se ha quedado corta, a pesar de que la parte final se alarga tal vez en exceso con la nueva destrucción del demoniaco juguete que parece que va a ser imposible llevar a cabo su muerte por la cantidad de veces que se da ocasión a la sorpresa del espectador.
El pequeño actor Alex Vincent vuelve a recrear el personaje de Andy, comportándose con naturalidad, así como el resto de los integrantes del reparto.
Una vez más, la técnica y los efectos especiales se llevan la palma a la hora de darle vida al diabólico ser del que se hicieron tres modelos ya que cada uno de ellos ejecuta distintos movimientos.
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