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CRITICA
Por: PACO CASADO
Llama la atención encontrarse con una producción francesa que no se centra en un thriller, género al que son tan aficionados los directores galos, sino que por el contrario se nos ofrece un drama rural.
La acción se sitúa en un pueblo francés en el que un anciano de una ambición desmedida, un terrateniente y su único pariente, miran con codicia unas tierras continuas a las suyas que están baldías ya que necesitan el líquido elemento que no tienen.
Debido a ello ocultan una generosa fuente de agua para vengar la muerte de su padre y de paso desvalorizar así esas tierras colindantes a las suyas de los aldeanos locales, para comprarlas a más bajo precio y hacer fracasar a sus propietarios que se dejan la piel, sus ilusiones y sus bienes en el empeño de poder sacarlas adelante durante el caluroso verano.
Esta nueva versión del drama incluido en la novela 'L'eau des colines', de Marcel Pagnol, que él mismo ya había llevado al cine con anterioridad en el año 1952 con el título de Manon des sources, interpretada por Edmond Ardisson, Henri Ariu y Charles Blavette, posiblemente sea una de las películas más costosas del país vecino, con un presupuesto de diecisiete millones de dólares llevada a cabo en coproducción con Italia y Suiza.
Su exhibición en Francia ha sido todo un éxito tanto esta primera entrega como la segunda parte que se exhibirá también próximamente en España con el título de 'La venganza de Manon'.
Claude Berri, cineasta que comenzó con un simpático film titulado 'El viejo y el niño' (1967) al que siguió entre otras 'Le cinema de papa' (1971), degeneró después en productos comerciales más endebles como 'Sex shop' (1972) o 'Papá, ya no soy virgen' (1976), nos sorprende ahora con este drama rural, en el que el ambiente de la provincia campesina francesa está muy bien captado y en el que ese hombre de ciudad, recaudador de impuestos, jorobado, que pretende triunfar en sus proyectos de crear una granja de conejos, ve frustradas sus ilusiones, su dinero y el bienestar de su familia, por la ambición desmedida de su vecino.
Claude Berri cuenta con un buen duelo interpretativo entre Yves Montand en el personaje del tío Papet y Gérard Depardieu como Jean de Florette, junto con el hallazgo de Daniel Auteuil.
La dirección de Berri, que lleva la cinta con pulso firme, con un ritmo pausado, con un interesante estudio de los personajes que es fundamental, hace un cine de calidad, hecho con soltura y aplomo a un tiempo a lo que contribuye la bellísima fotografía en color de Bruno Nuytten y la adecuada música compuesta por Jean-Claude Petit ayudada por temas del autor clásico Giuseppe Verdi, completan los aciertos de esta cinta.
Este drama rural atrapa el corazón de cualquier persona sensible del que hay que esperar pronto su segunda parte.
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