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CRITICA
Por: PACO CASADO
La coproducción entre Francia y Bélgica es cada vez más frecuente en los últimos tiempos, pero lo que no lo es tanto que participe en ello también España y mucho menos que esté dirigida por un realizador chileno afincado en el país belga desde hace muchos años.
Se trata de un thriller, un policiaco urbano contemporáneo, sobre el sangriento camino que lleva a cabo Leo Castaneda un hombre español, que vive en Bruselas desde la muerte de su esposa y trabaja como conductor del metro.
Una noche presencia el suicidio de Hugo, su hijo, del que llevaba más de dos años sin saber nada de él, que se tira delante del metro que su padre conduce en esos momentos.
Tras el triste suceso, Leo investiga las causas de su muerte y conoce que estuvo implicado en un atraco y los cómplices del mismo, en el que Hugo tan sólo hizo de conductor del coche, creen que el padre tiene el dinero que obtuvieron en el asalto al banco.
La policía, cuyo caso dirige la agente Virginie, también trata de seguirle para ver si Leo, de alguna manera, les puede dar una pista acerca de los atracadores, ya que éstos les han amenazado con matar a la novia de su hijo si no les da el dinero que suponen tiene él.
La búsqueda de respuestas lleva a Leo a una peligrosa investigación y a enfrentarse a su propio destino.
Es un thriller, diríamos, que atípico en el que se dan unas circunstancias que no suelen ser frecuentes, con un guion bien elaborado, aunque en algunos momentos cueste un poco seguir, pero reflexionando después todas las piezas encajan perfectamente sin que quede ningún cabo suelto.
Al mismo tiempo vamos conociendo cada vez más acerca del protagonista, de su pasado y de su presente, así como de algunos otros miembros del cuerpo policial.
El cineasta chileno Giordano Gederlini, emigrado a Bruselas, se ha hecho cargo de escribir este guion original y de ocuparse también de la dirección, cuidando la planificación de este interesante policiaco, bien narrado, con inteligencia, aunque le sobre alguna escena que si se suprime no afectaría para nada a la integridad del argumento que está llevado a buen ritmo.
El director se empeñó en que Antonio de la Torre fuera el protagonista, a pesar de que éste le dijo que no habla francés. Lamentablemente está doblado en la versión española, que hubiera sido más normal que al menos en ésta se doblara a sí mismo.
De cualquier manera el actor malagueño está realmente muy convincente, asumiendo sobre su espalda todo el peso de esta historia que atrapa al espectador desde su propio comienzo.
A su lado figuran el actor belga Olivier Gourmet y la francesa Marine Vacth en papeles de padre e hija ambos policías.
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