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CRITICA
Por: PACO CASADO
La familia Kennedy se dispone a dominar el país a través de los tres hermanos que serán elegidos sucesivamente presidentes.
Y John, el mayor, ha llegado ya al cargo.
Sus enemigos más audaces deciden eliminarlo.
El momento elegido será durante un desfile en automóvil.
Dos equipos de tres tiradores especializados cada uno, se entrenan para realizar el atentado.
Sólo queda encontrar algún ingenuo que pague por todos.
Una vez más el cine de Hollywood no tiene ningún inconveniente en exponer a la luz pública los trapos sucios de su política.
Cuando apenas si quedaban rescoldos de las cenizas del asesinato del Presidente John Fitzgerald Kennedy, pero aún estaba por esclarecer la autenticidad de los hechos, el cine americano se enfrentó con las teorías expuestas, e incluso con el propio informe Warren, que mantiene que hubo un único autor del asesinato, Lee Harvey Oswald, sosteniéndose por contra en la película la idea de la existencia de un complot de la extrema derecha que, al no estar de acuerdo con las directrices de la política presidencial con respecto a la Unión Soviética, a la integración racial negra, a la ley anti-trust, y ante la posibilidad de reelección por otros cuatro años de mandato presidencial, decidieron acabar con la vida del primer mandatario de la nación americana.
Con el complot se admite la existencia de varios pistoleros y así se hace notar en el film.
La cinta, por otra parte, no profundiza en la cuestión política y a pesar de que se dicen cosas muy importantes, mientras que en otras se tocan muy de pasada quedando en la superficie con el esquema de un simple policiaco.
Esto no quita para que se digan cosas importantes e incluso se justifique la teoría que se mantiene, aunque se advierte al comienzo que no todo es verdad, por lo que a veces la historia puede quedar un poco ambigua o falta de calor a la hora de comprometerse con una postura.
Por ello la película resulta a veces demasiado esquemática y fría en líneas generales.
El guionista Dalton Trumbo, se ha limitado a coordinar lo hechos recogidos por los novelistas Mark Lane y Donald Freed y el director David Miller, con quien ya trabajó en 'Los valientes andan solos' (1962), se ha orientado a combinar el guion con los fragmentos de documental uniendo las imágenes de ficción realizadas para el film.
''Se trata de una labor simplemente artesanal que se transmite en la frialdad de los propios intérpretes, aunque no por ello dejan de encarnar bien los papeles que le han caído en suerte, como por ejemplo Robert Ryan que hacía aquí su último trabajo antes de su muerte poco tiempo después de acabar el rodaje y Will Geer, junto a los secundarios que como es habitual en el cine norteamericano cumplen sobradamente.
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