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CRITICA
Por: PACO CASADO
En la década de los años cincuenta el musical norteamericano está de moda, produciéndose muchos títulos de este género, entre los que se pueden destacar como grandes triunfadores hasta el momento Un americano en París (1951) de Vincent Minnelli o Cantando bajo la lluvia (1952) de Stanley Donen, entre otros, pero no todos logran el mismo éxito de crítica y público.
El señor S. Winthrop Putman, un alto funcionario del Ministerio de Estado, es el encargado de enviar una representación artística al festival de arte de París, como gran embajadora del American Theatre.
Una serie de malentendidos lleva a una corista a viajar a París para representar al teatro estadounidense, que terminará enamorándose de un burócrata desconcertado.
Un agente del Departamento le hace ver que ha cometido un error imperdonable ya que ha mandado la invitación destinada a Ethel Barrymore, a una artista, corista de cabaret, conocida con el explosivo nombre de Ethel Dinamita Jackson, y aunque intenta enmendarlo, no logra corregir su confusión, ya que es demasiado tarde, puesto que ya salió camino de la capital de Francia, donde terminarán conociéndose.
La prensa, que se ha enterado de la noticia, aclama la elección de la corista como una gran conquista de la democracia norteamericana.
Afortunadamente, no obstante, este error termina convirtiéndose en un acierto pleno para el señor Putman, ya que el gobierno se siente muy honrado de que una artista frívola sea la representante del llano y sencillo pueblo norteamericano.
Dentro del habitual estilo de comedia musical en el que cada día se hace algún nuevo descubrimiento, ni aún en las más pequeñas innovaciones, destaca 'Abril en París' (1953), ya que podríamos decir que es una más del montón.
Dentro de lo que cabe, casi siempre al menos entretiene, pero a pesar de todo, nos da la sensación de que los números musicales los hemos visto ya tantas veces, que además tienen una vulgarísima partitura musical, que posiblemente no dejará ningún recuerdo en nuestra memoria.
Lo mejor en cuanto a la coreografía nos merecen los bailes acrobáticos que realiza Ray Bolger, junto con el hermoso y fresco trabajo que hace la encantadora Doris Day.
Se trata de una película de la productora Warner Bros bastante barata, sin los lujos ni el cuidado que exige una obra musical de esta índole para hacer que salga del anonimato.
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