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CRITICA
Por: PACO CASADO
El nombre de Walt Disney siempre ha sido como una especia de talisman en la producción de dibujos animados y a pesar de que en algunas épocas se le tachó de caduco y cursiy de falta de evolución, al final se le a terminado reconociendo el sitio que merece en la historia del cine y que tratan de mantener sus colaboradores que continuaron con la tarea.
Durante algún tiempo fue Wolfgang Reitherman quien firmaba las películas, ahora surgen dos nuevos nombres, Ted Bergman y Richard Rich, los que se hacen responsables de esta nueva producción Disney, "Tarón y el caldero mágico", largometraje número 23, basado en la serie de libros infantiles "Las crónicas de Prydain", de Lloyd Alexander que ha costado nada más y nada menos que cinco años de trabajo y la cifra de 25 millones de dólares, siendo la primera película que se vuelve a hacer en gran pantalla desde "La bella durmiente".
En ella han trabajado doscientas personas incluidas ocho animadores, para llevar a cabo esta historia de la búsqueda de un caldero mágico que tiene poderes extraordinarios a cargo de un poquero y una princesa, para evitar que caiga en manos del señor de las tinieblas, con el que poder dar vida a su ejército de muertos vivientes.
La película tiene el habitual encanto de las producciones Disney, llevadas a cabo con cierto humor, gracejo en el estilziado dibujo lejos de la frialdad de los japoneses, belleza en la elección de los personajes y paisajes y la creación de algún que otro muñeco que hace las delicias de pequeños y mayores, como es en este caso Gurgi, sin que pueda faltar algún tremendismo en la presentación del mal.
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