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CRITICA
Por: PACO CASADO
La roca de la Gruta de Lourdes en la que en 1858 se le apareció a la pequeña campesina francesa Bernadette la Virgen María hace más de ciento setenta años, es besada y acariciada por decenas de millones de personas al año que dejan allí la huella de sus penas y de sus sueños de curación a la espera de la ayuda divina, puestas todas sus esperanzas en que se pueda producir el milagro de la posible mejoría de su enfermedad.
El bello santuario mariano es un refugio para los miles de peregrinos que practican el turismo religioso y uno de los destinos más importantes del mundo en este sentido.
En Lourdes confluye una gran multitud de personas al año de toda laya: enfermos, creyentes, adultos, niños, pobres, ricos, y hasta prostitutas.
Según figura en las estadísticas se han producido más de siete mil recuperaciones de enfermos y unos setenta milagros que han sido reconocidos por la iglesia.
El cine francés ha decidido hacer un documental más, ya que no es el primero, ni será el último, sobre este hecho religioso, que nos llega con tres años de retraso.
Los realizadores y guionistas han elegido unos cuantos casos y a lo largo del metraje se nos va contando lo que hacen, sus antecedentes de la enfermedad, su firme creencia en la Virgen y en que ésta les ayude a curar sus males llenos de fe y de esperanza, aunque uno de ellos dice que es como jugar a la lotería, pero no por ello se enfada, ni deja de creer.
Citaremos algunos de pasada para no caer en destrozar el argumento, como el del padre de dos hijos que acude con uno de ellos de 8 años para pedir que se cure su hermanito que no puede viajar que tiene los días contados; el del pobre hombre que se cayó de una altura de seis metros y quedó totalmente inválido; el sacerdote que acude con un grupo de prostitutas de las aceras de París; el del hombre de cuarenta años que tras un accidente de automóvil ha quedado mentalmente en estado infantil; el de la adolescente con problemas en la piel; el de una persona con ELA, etc.
Viajan en un autobús adaptado para sus camillas o sillas de ruedas, se alojan en un hotel durante siete días en el que les cuidan religiosas, voluntarios y enfermeras que atienden todas sus necesidades desde las curativas a las simples de aseo, a las que les suelen tomar cariño estableciéndose entrañables y emotivas escenas a la hora de la despedida.
Hay otro aspecto que es el de los que acuden en caravanas y aparcan en un gran parking, entre los que hay algunos gitanos que no se privan de organizar alguna fiesta con cante y baile.
A lo largo de la estancia se ofician misas y actos religiosos y acaban haciendo inmersión en las curativas aguas de los manantiales de Lourdes, llenos de fe.
Es un documental que a veces no es agradable de ver por cada uno de los casos que se nos presentan, pero por otra parte no deja de ser curioso de conocer la belleza del santuario y lo que allí se vive en cada momento del día y de la noche, porque la actividad no cesa un solo momento.
Las imágenes están envueltas en la música compuesta por Pierre Aviat, mientras que la realización ha sido llevada a cabo de manera conjunta por Alban Teurlai y Thierry Demaizièere que plantan sus cámaras y filman lo que allí sucede con el poder de la fe, que rebosa humanidad.
Pasó por el Festival de Docville 2021 y fue nominado a los premios César y Lumiere en 2020 como mejor documental.
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