|
CRITICA
Por: PACO CASADO
Esta historia comienza con una arriesgada escalada de una cara muy vertical de las Montañas Rocosas que llevan a cabo Shiloh Hunter, su amiga Becky Connor y su esposo Dan.
En un momento a Dan le falla el agarre al ser atacado por un pájaro que sale de su nido y se precipita al vacío muriendo en el acto, dejando viuda a Becky que queda totalmente desconsolada, sumiendo su pena en alcohol y sin coger las constantes llamadas que le hace su atribulado padre que se preocupa por ella.
Meses después, un día en su desesperación está a punto de suicidarse, tomando un buen puñado de pastillas, cuando en ese momento suena el móvil y su amiga Shiloh aparece en la puerta de su casa.
El motivo es, aparte de consolarla en su dolor y desesperación, proponerle correr una nueva aventura, como es la de escalar la abandonada y oxidada torre metálica de televisión B 67, la cuarta más alta de Estados Unidos, con una dimensión de más de 600 metros de altitud.
En principio se niega, pero Shiloh le dice que si no se enfrenta a sus miedos nunca los superará y al fin cede, aunque echa de menos a Dan, cuyas cenizas se propone tirar desde lo más alto de la peligrosa torre.
Esta tiene una escalera interior que llega hasta los 305 metros, la mitad, y otra exterior hasta la cumbre donde hay una plataforma y aún existe un mástil de varios metros más con un piloto de posición en el extremo del mismo.
Una vez que llega Shiloh a la pequeña plataforma, antes de subir Becky, la escalera se rompe y cae al suelo, quedando ambas aisladas en ese reducido lugar.
Esto no es más que la primera media hora del metraje, el resto es todo el suspense y la angustia de cómo tratar de salvarse con los escasos recursos de que disponen: los móviles no tienen cobertura para pedir socorro y las baterías no les sirven para nada en esas circunstancia y terminarán agotándose, como también la del dron que llevan.
Becky se ha herido una pierna, hace mucho aire a esa altura, el panorama es desértico y no pasa nadie, aunque hay una autocaravana abandonada de la que salen dos hombres que terminan robándoles el coche, y muchas más incidencias durante los tres días y noches que permanecen aisladas arriba.
Pocas películas recordamos en las que los protagonistas, en este caso dos mujeres deportistas, pero indefensas, se encuentren en una situación semejante, tan extrema y apurada, aisladas y sin posibilidades de salvación, lo que al mismo tiempo origina un constante suspense en cada tarea que se las ingenian para intentar no morir en el empeño, lo que llega a poner de los nervios al espectador, aumentado por el vértigo a esa altura al contemplar esas adversas circunstancias de las dos guapas protagonistas, amenazadas además por el hambre y la sed.
El guion escrito por el director británico Scott Mann con su guionista habitual Jonathan Frank se las manejan con apenas media docena de actores, pero la mayor parte del tiempo con sólo dos de ellas que están solas y se plantean el reto de mantener la tensión y el suspense durante casi dos horas y la verdad es que lo consiguen.
Esas dos actrices que incorporan a las heroínas no son otras que Virginia Gardner y Grace Fulton que hacen un trabajo correcto.
En cuanto a la dirección corre a cargo de Scott Mann que se encarga de hacer una filmación muy creíble y de mantener el suspense durante todo el metraje.
Advertencia: si tiene vértigo lo pasará mal.
MÁS INFORMACIÓN DE INTERÉS
VIDEO ENTREVISTAS
PREMIERE