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CRITICA
Por: PACO CASADO
David Twohy, guionista de títulos como 'Waterworld' (1995), 'El fugitivo' (1993), decidió pasarse a la dirección y lo hizo con 'Huida a través del tiempo' (1991), una discreta película de ciencia ficción, género al que volvió tras el paréntesis de sus segundo título, 'Han llegado!' (1996) y ahora de nuevo con 'Las crónicas de Riddick' (2004), un modesto producto hecho con tan solo veinte millones de dólares que sorprendentemente duplicó la cifra a poco de su estreno.
Lo mejor que tenía era el intento de ser original, algo difícil ya en el género de la ciencia ficción.
Richard Bruno Riddick, que es tomado por el criminal más buscado del planeta llamado Helion, se enfrenta esta vez al imperio invasor de los necróferos, un ejército que planea matar a todos los humanos que existan en el universo.
De nuevo se retoma aquel personaje de Riddick y se aprovecha la fama adquirida por su protagonista desde entonces, el actor Vin Diesel, en films como 'A todo gas: Tokyo Race' (2006) o 'XXX' (2002), para convertirlo en una especie de antihéroe, de oscuro pasado, que pasa de todo, y que lo único que quiere es que lo dejen tranquilo y en paz.
Pero pronto se ve involucrado en la salvación de un planeta que como otros muchos vienen siendo conquistados por unos superguerreros espaciales llamados necróferos.
Esta es la excusa del apocalíptico guion para crear unos mundos fantásticos con los que hacer una cinta de serie B, aunque esta vez un poco más enriquecida en su presupuesto, en la que lo que priva es la acción, las luchas constantes, la pirotecnia, la imaginación de los decorados y los efectos especiales.
No hay nada más en estas crónicas, que se redactan pronto, y que no engañan a nadie, aunque su metraje sea excesivo y un tanto reiterativo en algunos momentos, que es difícil de seguir en otros, en contraste con algunos que están conseguidos con un gran sentido del ritmo.
No hay más que ver en su cabecera de cartel a Vin Diesel y ya se adivina de lo que va, ya que es de lo más previsible que se pueda imaginar, y que tan sólo es un escaparate para su propio lucimiento, al tiempo que es su mayor atractivo para un cierto público que gusta de las películas de acción.
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