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CRITICA
Por: PACO CASADO
Desde hace unos años el equivalente de la pareja del gordo y el flaco tradicionales, que son los modernos Terence Hill y Bud Spencer han ampliado su campo de acción, han saltado las barreras italianas de su país de origen y se han implantado en tierras americanas, donde con frecuencia incorporan a una pareja de policías que todo lo resuelven a "su peculiar manera", aunque no sean formas muy ortodoxas.
En esta ocasión el gordo se ha salido de la policía y se dedica a entrenar a pilotos de helicópteros, pero es requerido por su amigo para resolver un caso con toda urgencia.
Ni que decirse tiene que todo se resuelve favorablemente y que no faltan los habituales encuentros con los maleantes, sin que por ello haya que derramar ni tan siquiera una gota de sangre, sino que alegremente, todo se resuelve a tortazo limpio.
Tras muchas películas ya realizadas, esta clase de largometrajes no guardan ninguna sorpresa, ni para el crítico, ni para el espectador, que acude en cada nueva ocasión sabiendo que lo va a pasar bien, ya que no se le va a complicar la vida, sino que se le va a proporcionar un rato de evasión, garantizada.
Quizás esta ves está más cuidado el guion y el relato sea algo menos ingenuo, pero no los procedimientos de su puesta en escena que son los habituales en Bruno Corbucci, con más medios que cuando estas cintas se hacían en Italia.
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