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CRITICA
Por: PACO CASADO
No sabemos cuando acabará el cine de superhéroes, pero la verdad es que estamos ya hasta el gorro, puesto que cuando no es Marvel es DC o cualquier otra si es que las hay, pero es que no paran de lanzar comics al celuloide o al digital como se llame ahora, pero creemos que esto no debe ser bueno para el cine por muchos taquillazos que puedan producir, aunque también hay fracasos como el de este que comentamos.
Son ya cuarenta y cinco años los que llevamos de este género de los superhéroes y aún continúan.
'Shazam! La furia de los dioses' (2023) es un nuevo capítulo de las aventuras del joven adolescente Billy Batson, quien al pronunciar la palabra mágica ¡Shazam!, se convierte en el superhéroe adulto de ese mismo nombre.
Este personaje fue creado para la factoría DC por el guionista Bill Parker y el dibujante Clarence Charles Beck en el año 1939, en cuyas aventuras se mezclaba la acción con unas gotas de humor.
Igual les ocurre al pronunciar la palabra a Mary, Pedro, Freddy quienes son sus hermanos adoptivos que componen su familia.
En este caso las tres hijas del dios Atlas, Hespera, Kalypso y Anthea, forman un vengativo trío que regresan a la Tierra en busca del báculo que les dio sus poderes para poder restaurar su reino, que se encuentra, partido en dos, en un museo del que tienen que robarlo, como a ellas también se lo quitaron hace mucho tiempo.
En esa pelea transcurre prácticamente todo el argumento de esta nueva aventura, con Shazam y los suyos enfrentados a las tres valerosas hermanas, entre las que se produce una deserción.
Los guionistas, al parecer, dan por hecho que el espectador conoce a estos superhéroes, pero el que llega in albis a ver esta película se puede quedar en blanco o alucinar, ya que su farragoso guion no le pone nada en claro de quién es quién, con unos diálogos forzados y vulgares que no aportan nada a la trama.
Y ante este fallo se dedica a hacer aparecer un buen número de monstruos que ayudan a las hermanas en la pelea contra la familia de Shazam, explotando al máximo los efectos especiales que, a decir verdad, son bastante buenos.
El guion es de un carácter infantil que asombra, cuya historia no da para mucho y así se alarga demasiado resultando reiterativa en definitiva.
En este sentido lo mejor de este film son esos efectos especiales que se llevan a cabo en esa interminable pelea que acaba por hacerse monótona con tanta destrucción en la ciudad de Filadelfia, como campo de batalla donde se desarrolla la acción.
Por cierto, sigue también la moda de introducir un par de escenas en los créditos posteriores que no creemos que aporten nada al resto del argumento o a una posible nueva entrega que para lo único que sirve es para que el personal se aburra con la larguísima lista de nombres durante más de seis minutos al tiempo que escuche la atronadora banda sonora compuesta por Christophe Beck, muy apropiada a productos de esta clase.
También hay un cameo en los metros finales que no vamos a desvelar para no romper la sorpresa.
El protagonismo lo sigue ostentando Zachary Levi, al tiempo que da pena ver en un papel como el suyo a la estupenda Helen Mirren, como igual ocurre con otros nombres del reparto.
El director David F. Sandberg se pone de nuevo al frente de esta entrega, como ya lo hizo con la anterior, aunque según parece ha decidido abandonar y no continuar con un nuevo posible capítulo, si es que lo hay, ya que ante la floja recaudación de éste se puede poner en cuarentena.
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