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CRITICA
Por: PACO CASADO
En pocas fechas hemos podido ver dos películas que arrancan del mismo momento histórico, como fue el lanzamiento del primer Sputnik, que supuso el inicio de la carrera espacial.
La primera era Cielo de Octubre, que recordaba el despertar de la vocación de Homer H. Hickman jr., uno de los ingenieros espaciales americanos cuando eso ocurría; la otra El gigante de hierro, film de dibujos animados que se basa en un cuento clásico de la literatura infantil, escrito por Ted Hughes, fallecido el 28 de Octubre de 1998, para consolar a sus hijos tras el suicidio de su esposa Silvia Plath.
Un niño oye a un pescador que ha visto caer a un gigante de hierro al mar proveniente del espacio y acude en su búsqueda. Cuando lo encuentra termina por hacerse su amigo y el gigante acabará salvando a la población de la inoportuna intervención del ejército y de una orden estúpida de uno de los hombres del gobierno.
La cinta es un canto a la amistad, aunque ésta provenga de otro planeta, como era también el caso de 'E.T. (El extraterrestre)', con la que guarda ciertas semejanzas argumentales. El pequeño protagonista enseña al gigante que no se debe hacer el mal, ni usar la violencia y mucho menos matar, al tiempo que el alienígena pronto aprende a hablar y consigue tener sensibilidad ante los problemas humanos, a pesar de su alma de metal.
Está bien contada, con un guión curioso, dentro de que es una historia infantil, con unos dibujos originales, que no intentan copiar a nadie, sino el estilo de los dibujos de la época en que se desarrolla su argumento, y con una estupenda música de Michael Kamen, que ha compuesto para su banda sonora.
El veterano dibujante Brad Bird, curiosamente formado en la casa Disney, sabe lo que hace y lo hace bien, construyendo una película didáctica para los niños, que mucho nos tememos va a pasar desapercibida ante ese otro gigante que es Tarzán.
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