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CRITICA
Por: PACO CASADO
Director norteamericano de bastante prestigio en los tiempos del mejor cine negro americano, autor de tres títulos significativos dentro del género realizados en su país, "La ciudad desnuda" (1948), "Mercado de ladrones" (1949) y "Noche en la ciudad" (1950), y uno en Francia, "Rififí" (1954), por el que fue premiado en el Festival de Cannes, su carrera y su estrella pareció eclipsarse tras su salida de los Estados Unidos a causa del Comité de Actividades Antinorteamericanas y sus filmes llevaron una línea irregular.
Junto al espléndido "Rififí" (1954), modélico en su género, film que creó escuela en su día, hizo otros de inferior calidad como "Fedra" o el discutido "Topkapi" o los más endebles "El que debe morir" y "Nunca en domingo".
Tras su unión con la actriz Melina Mercouri, parece trabajar solo para ella y para su lucimiento.
Pero si irregulares han sido los títulos anteriores aunque con cierta calidad, su descenso es total y absoluto en este último largometraje que nos llega, "Promesa al amanecer".
Nunca creimos que un autor de su categoría pudiera descender tanto ni quedarse tan anticuado.
Siempre nos dieron miedo en cine los relatos autobiográficos, porque muy pocos ejemplos tenemos para poder poner de modelos de obras cinematográficas perfectas y acabadas. Pero pensamos a priori que con un autor como Dassin, del que todavía guardabamos un buen recuerdo, se saldría airoso del empeño de llevar a la pantalla este relato autobiográfico de Romain Gary.
No ha sido así.
El veterano realizador parece que ha querido asimilar en una sola película todas las nuevas corrientes y técnicas cinematográficas al uso en la actualidad y no duda en usar y abusar del ralenti o del flach-back, haciendo el film lento y reiterativo, perdiendo el ritmo y haciendolo practicamente insoportable, desafiando el bosterzo y la abulia.
Porque la verdad, no nos interesa nada de la melosa y romanticona historia de amor materno-filial que nos cuenta entre la empalagosa madre y el repelente hijo.
Para más empacho, bonitos paisajes, melosa música de Delerue y un recital de la Mercouiri en la que hace todos los papeles habidos y por haber desde la juventud en que la protagonista de la historia fue mediocre actriz de teatro en Polonia y Rusia, estrella de la pantalla enamorada de un actor ruso, tratante de comercio, vendedora de joyas, modista, guía y un sin fin de oficios más, hasta la vejez llevada a cabo en Francia.
El desmedido amor por su hijo y su afán por que fuera algo en la vida llega a ser tan grande y apasionado que en el film tiene visos de irrealidad creada por la ficción e imaginación de algún guionista.
A su lado el galán Assaf Dayan, cuyo apellido les sonará a conocido por ser hijo del famoso Moses Dayan.
Todo en la película queda tan superficial, inútil y anodino, que salimos con la sensación de haber perdido casi dos horas en ver como un director clásico y veterano lucha denodadamente por agiornarse sin conseguirlo en ningún momento.
Algunas costumbres ligeras de los protagonistas son sus defectos morales más acentuados.
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