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CRITICA
Por: PACO CASADO
Un grupo de extremistas se dirige a Madrid con la idea de realizar una misión peligrosa.
Entre ellos se encuentra Rafael, un ex-republicano, exiliado de la Guerra Civil Española, que regresa a su ciudad natal, después de los años, en compañía de sus compañeros maquis, miembros de la Resistencia, con la misión de llevar a cabo una acción armada contra el régimen de Franco.
Advertida la policía, le interceptan el paso cayendo todos menos uno que logra llegar a la ciudad.
Debido a ello el golpe fracasa y en su intento desesperado por escapar, Rafael secuestra a una hermosa mujer de clase alta.
Esta es una de esas películas que dejan en el espectador al terminar la proyección y aparecer el consabido letrero de fin, el interrogante: ¿Y qué?.
En efecto: después de conocida una trama y unos hechos que envuelven a unos personajes, queda una sensación de vacío, de inutilidad.
En primer lugar no hemos encontrado el conflicto por ninguna parte.
No hay ese choque imprescindible para sostener una acción dramática.
En segundo lugar los personajes no tienen vida, responden a convencionalismos un tanto literarios, que luego en la pantalla no logran captar la atención, y mucho menos la simpatía del espectador que los contempla.
Finalmente no hay idea núcleo.
Ni una condena de la violencia, ni del comunismo, ni del crimen.
Al personaje principal no se le descubre ninguna señal de arrepentimiento, sino más bien de amargura y deseo de escapar a su conciencia.
Es algo tan objetivo como una croniquilla periodística de sucesos, narrada por un colega sin habilidad para conmover.
Por eso, al terminar el film, nos sube desde dentro a la boca la interrogación: de acuerdo ¿y qué?.
Vayamos a la técnica.
El guion es pobre, aunque la planificación sea buena.
Muchos momentos requerían un mayor realce y las acciones paralelas en modo alguno están conseguidas.
Los personajes no están definidos, la lógica de sus reacciones no se coordina con el progreso del asunto, y algunos acontecimientos son inverosímiles.
La dirección es muy irregular, aunque por debajo del nivel aceptable.
Hay una lentitud, una premiosidad constantes y pocas veces apropiada.
También hay que inculparle la falta de naturalidad de muchas escenas, como por ejemplo la de la comisaría, y la falta de interés que despiertan los personajes.
Y no olvidemos esa desorbitada visión de la familia católica española, que parece vista desde el extranjero.
La fotografía de Renato del Frate es muy buena, aunque indiferente al asunto.
La música de Miguel Asins Arbó adecuada siempre, pero excesiva, ya que muchos momentos rquerían el silencio.
Los actores extranjeros están muy bien, Manolo Morán muy completo, y muy flojas las chicas nacionales, aunque María Dolores Pradera manifesta grandes condiciones de actriz que no se han empleado bien.
La cinta tiene dado cortes de censura estratégicos.
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