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CRITICA
Por: PACO CASADO
El deporte, que es telón de fondo con bastante frecuencia en el cine americano, cuando se trata de una película inglesa no puede por menos que ser en este caso el fútbol.
En este ambiente se nos presenta el drama de un chico de origen humilde rodeado de todos los problemas propios de su entorno, con un padre fracasado que derrocha el dinero de la familia en apostar a las carreras de caballos, mientras que sus hijos tratan de salir adelante llenos de ilusiones por superarse algún día.
Así el protagonista sueña con ser un futbolista de élite y poder jugar en el equipo de la capital, el Sheffield.
Pero los amigotes que le impulsan a la bebida y su propio padre, truncan sus ilusiones hasta que una secretaria de la fábrica donde trabaja le hace ver que aún es tiempo de que se cumplan sus deseos y le ofrece una oportunidad.
La lucha consigo mismo, el afán de superación y el ánimo que le da su hermano pequeño, le harán lograr el triunfo.
La película tiene un guion que es demasiado previsible.
Desde el primer momento se adivina el camino a seguir y la meta a lograr.
Aunque el deporte rey está empleado como fondo del drama, está mal utilizado tal vez por el hecho de ser una mujer quien dirige el film y posiblemente no entienda mucho de fútbol, pero la verdad es que no le saca partido a las jugadas ni se utiliza el ángulo adecuado para que obtener emoción de las mismas.
Como siempre ocurre en las cintas deportivas, se cierra con el final de un campeonato en el que el protagonista tiene la oportunidad de demostrar su valía y de hacer que gane su equipo.
La excusa a todos los defectos de la película puede nacer del hecho de ser el primer largometraje que dirige María Giese, con unos actores que tratan de cumplir con sus respectivos cometidos pero que no logran mejorar los resultados finales.
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