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CRITICA
Por: PACO CASADO
Hay un adagio que dice que de los imitadores serán nuestros defectos.
Y esto es bastante cierto en muchas ocasiones.
Algo de esto pensamos que es lo que le está ocurriendo últimamente al cine americano, que, salvo contados directores, que conservan celosamente el fuego sagrado de lo que fue esta cinematografía hace unos años, los demás se dedican a imitar desesperadamente a los cineastas europeos, su estilo y sus formas de narración.
Los jóvenes no tienen la misma fuerza que los veteranos y sus maneras han cambiado.
Preocupados en mostrarnos los problemas de la juventud actual, la mayoría de las veces se pierden en historias sosas, insulsos, faltas de garra, sin dramatismo y totalmente planas en su desarrollo.
Sidney J. Furie, director al que le conociamos otros trabajos suyos, que si bien no eran obras totalmente conseguidas, sí tenían al menos el interés de una plástica y realización bien cuidada, ha fallado esta vez, por dejarse llevar por la moda.
Nos delinea dos personajes bien definidos exteriormente, pero vacíos en sus convicciones interiores, y al no tener una base sólida y consistente, naufraga deambulando de un lado a otro sin demostrarnos nada de ese inconformista de la juventud actual, que nada tiene que ver con estos jóvenes ni con sus formas de vida.
Ambientada en los circuitos de carreras de motos de los Estados Unidos posee algunas secuencias bien montadas con fondos musicales de Johnny Cashm en composiciones propias, de Bob Dylan y otros.
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