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CRITICA
Por: PACO CASADO
El guionista Mark Frost eligió una novela australiana de Frank Galbally para hacer su debut en la pantalla.
Previamente se preocupó de trasladar la acción a Nueva Orleans, que le cae más cerca, y ambientar allí la historia de este candidato idealista metido en campaña política, mientras tramita el divorcio con su esposa y trata de averiguar el oscuro pasado familiar, al tiempo que se ve implicado en un chantaje del que es víctima al practicar el sexo con una joven camarera y ser tomado en video.
Entre tanto muere apuñalado el padre de la camarera y ésta es acusada de asesinato, brindándose él para defenderla, lo que le hace ganar adeptos.
Por medio toda la historia de corrupción familiar que comienza con el abuelo y sigue con su padre, a que hace alusión el título español, que lamentamos se haya cambiado por el original mucho más bonito de Storyville.
La película es todo un culebrón muy propio de cualquier serie televisiva y argumentalmente tiene tema para eso y para mucho más, a poco que se desarrolle el denso historial de todos y cada uno de los personajes que intervienen en el relato.
En este sentido a Mark Frost no le cae muy de sorpresa, ya que está acostumbrado a los guiones para la pequeña pantalla, aunque sean de otro corte como Canción triste de Hill Street, cayéndole más cerca el de la serie 'Twin Peaks', que fue producida por él en compañía de David Lynch.
Cuando esto sucede en una pantalla, el espectador, y el crítico no iba ser menos, está más atento a desenredar la madeja de los líos familiares, que a la propia realización de la película.
A la dirección apenas si se le puede pedir una corrección formal y poco más, ya que prácticamente Mark Frost lo que hace es ilustrar con imágenes la novela de Frank Galbally lo mejor que sabe y puede.
Cuenta para ello con una pareja de actores jóvenes como James Spader y Joanne Whalley-Kilmer, que no nos convencen demasiado, respaldados por veteranos como Jason Robards, como siempre exacto en su papel, y Piper Laurie o Woody Strode, en personajes que resultan más episódicos.
Un film sólo para amantes de culebrones aunque sean norteamericanos.
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