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CRITICA
Por: PACO CASADO
Si interesante ha resultado la reposición en las salas comerciales de las películas que componían el ciclo "lo esencial de Alfred Hitchcock", mucho más ha resultado el estreno de 'La soga' (1948), que no se había visto nunca en España, del genial mago del suspense.
La laguna se ha cubierto, final y felizmente, porque el film, a pesar del paso del tiempo, se conserva perfectamente bien.
Y es más, a la curiosidad que siempre despierta ver una cinta de este director se unía en esta ocasión el experimento llevado a cabo de rodarla en un solo plano, con lo que se anulaba el tener que hacer el montaje, del que tanto era partidario y que en definitiva es la esencia del lenguaje cinematográfico.
Hizo polvo sus teorías al cumplir este desafío, como en su día se impuso el reto de rodar 'Náufragos' (1944) en una barca en medio del mar y hasta bromeaba diciendo que era capaz de filmar una película dentro de una cabina telefónica.
Otro desafío personal fue la utilización del color por primera vez y a fe que lo hizo perfectamente.
En esta ocasión nos cuenta la historia de Brandon, que harto de la monotonía, precisa demostrarse a sí mismo que es capaz de hacer algo grande que le sitúe por encima de los demás.
Asesina sin ningún motivo a uno de sus amigos y guarda el cadáver en un arcón sobre el que se servirá la cena en la fiesta en la que invita, entre otros, al padre y a la novia de la víctima.
Pero Brandon necesita, para que el riesgo de ser descubierto convierta la noche en plenamente excitante, tener enfrente un enemigo de su misma talla.
Robert Cadell, escritor y herido de guerra, será el elegido.
Todo está a punto.
Tan sólo falta inducirle a sospechar la verdad y la lucha habrá comenzado.
Esta es la versión cinematográfica de la obra teatral de Patrick Hamilton, estrenada en 1929.
'La soga' (1948) fue concebida con un nuevo y atrevido sistema: en tomas ininterrumpidas de diez minutos, de tal modo que el tiempo real de la obra coincidiera exactamente con el tiempo fílmico.
Fue pues, sobre todo, un auténtico desafío técnico.
La historia cuenta cómo unos amigos homosexuales asesinan a otro amigo simplemente por la experiencia intelectual que ello les supone.
Enfrente, un escritor, intentará descifrar el enigma como si de un macabro juego se tratara.
Producción absolutamente innovadora en sus planteamientos que no tuvo la aceptación de otros título del gran mago del suspense. Si bien es verdad que el film se basa en una obra de teatro, posiblemente muy pocas veces hayamos visto una cinta menos teatral y más cinematográfica a la vez.
Otras películas resultan más teatrales estando basadas en guiones originales escritos directamente para el cine.
Alfred Hitchcock mueve aquí a los personajes con una gran soltura, al mismo compás que la cámara, haciendo el contraste en ocasiones o utilizando el primer plano o el inserto con un simple travelling de acercamiento de la cámara.
Si el espectador es curioso podrá observar cómo periódicamente hay un fundido en negro con la espalda de algún personaje, utilizado como recurso para recargar el celuloide de la cámara, astutamente aprovechados lo movimientos para hacerlos coincidir con ese momento.
Film importante por su aportación a la historia del cine en el que a pesar de los experimentos no renuncia a su habitual suspense.
Premio OFTA.
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