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CRITICA
Por: PACO CASADO
Segunda cinta que dirige Orson Welles tras debutar con 'Ciudadano Kane', que creó toda una auténtica leyenda.
Cuenta la vida de una poderosa familia norteamericana en una pequeña ciudad en 1865.
Es el año en que la Guerra de Secesión ha terminado, entre el sur agrícola y esclavista y el norte industrial y liberal.
Pero la suerte está echada para todos y los Estados Unidos emprenden decisivamente el camino que les convertirá en la primera potencia mundial.
Este gran conflicto histórico cae y, en cierto modo, brota de unas familias tradicionales, apegadas a una existencia que ha dejado de existir.
El director renuncia aquí al relato fragmentario, intemporal, y narra según un orden cronológico a tenor del asunto, aunque sigue haciendo una síntesis prodigiosa, con secuencias sueltas donde se concentran la narración y la acción: en pocos minutos presenta a los personajes durante veinte años.
Esta construcción permitió a los productores cortar y mutilar el film posteriormente.
Sin la originalidad de la primera, es obra importante por la ruptura de las formas y el lenguaje, la potenciación experimental de la banda sonora de Bernard Herrmann y la aplicación de la expresión fílmica.
Es un triple estudio, individual, familiar y social, que sirve para retratar toda una época de la historia de los Estados Unidos.
Orson Welles no interpreta ningún personaje, pero conduce la película con su voz de narrador que, al final, presenta a los actores y dice: "Yo he escrito y dirigido este film y mi nombre es Orson Welles".
Tiene detalles de sabor antiguo, ingenuo y bello, de juglar o rapsoda que acaba de contar su historia a un público conocido. Porque la contradicción fundamental de Orson Welles es que juega aquí, no con los personajes, sino con toda una familia, un ambiente y una época.
Orson Welles no cree en ellos, rechaza su posición y sus ideas, pero lo hace con una inmensa delectación, con profundo e inevitable afecto.
Su estilo se define, perfila y concreta con escenas y soluciones que son realmente magníficas para cada una de ellas.
La cámara puede seguir a los personajes en travellings magníficos o puede cometer una audacia aún mayor de permanecer fija largamente mientras los actores y las voces se mueven.
La escena del baile es asombrosa por su realización y por su ambiente con una serie de valores poéticos, narrativos y humanos como pocas veces se han conseguido en el cine.
En su ausencia la empresa presentó una versión mutilada en la que suprimió los cinco rollos finales, lo que dio ocasión a que rompiera con la RKO.
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