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CRITICA
Por: PACO CASADO
La cinematografía costarricense es de las menos prolíficas de la comunidad iberoamericana, país que no hizo su primera película sonora hasta 1955 y a partir de 1972 año en que el estado creó el Departamento de cine dependiendo del Ministerio de cultura no se empezó a hacer cine con más asiduidad.
Esto no quiere decir que su producción sea abundante, ya que hay años en los que no se produce ningún film.
Este que nos llega esta semana 'Presa de su objetivo' (2023), dirigida por Rodrigo Acosta Tannure, nos puede ofrecer una idea del nivel de cómo está la producción en estos momentos en aquel país con respecto a su calidad.
Este título nos cuenta la historia de Elena, una chica de 19 años que sueña con ser modelo, está apuntada a una agencia de publicidad que va a realizar una campaña sobre un producto y ella está ilusionada en ser seleccionada, pero a última se anula la campaña.
Un día Christofer, un fotógrafo de cierto prestigio, le llama para ofrecerle hacer un álbum de fotos para su promoción, ella acepta, él la recoge a la puerta de su casa y la lleva a su estudio, situado en una casa apartada de la ciudad, donde no hay cobertura del móvil y nadie vive en los alrededores.
Esto empieza a hacerle sospechar de que allí hay gato encerrado.
Tan sólo hay un teléfono fijo y con él piden comida a un restaurante que es rápidamente servida por Alex, un chico joven que trabaja de repartidor para su tío.
Durante la comida Christofer trata de drogarla...
Como se puede observar por el comienzo de esta historia se trata de un thriller pretendidamente de terror y crímenes, cuando al comienzo la televisión da la noticia de la desaparición de Fiorella, una chica que es amiga de Elena, y su padre le aconseja que tenga cuidado, ya que dice que no se fía de esa industria.
Esta cinta posee un guion de Elía Mesén que es bastante flojo y muy elemental en cuanto a la historia, que hemos visto multitud de veces, que en ningún momento logra captar plenamente el interés del espectador ya que apenas tiene suspense y en el que todo es previsible desde el inicio hasta el final.
A esto hay que añadir que la puesta en escena es sencilla y sin mucho atractivo, comenzando por el trabajo de los propios protagonistas, con Gaby Borges en el papel de Elena y Héctor Soberón que asumen el doble protagonismo de dos hermanos gemelos Christofer y Darío, de los que hay unas escenas en blanco y negro de ambos de pequeños en el orfanato donde se criaron.
La película tiene unas imágenes entre los créditos y una entrevista en la televisión con el padre de Elena en la que nos da un discurso acerca de la pederastia y los secuestros en este sentido de chicas jóvenes para tal fin.
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