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CRITICA
Por: PACO CASADO
Hollywood de vez en cuando echa una mirada hacia adentro, a los propios estudios y muestra los entresijos de cómo se hace una película, las dificultades que pasa una actriz para llegar a ser estrella, los problemas de un guionista o un director para que cambie tal o cual escena, corte aquella secuencia inadecuada o ponga un final feliz a la cinta para que resulte lo más comercial posible.
Esta modesta comedia, sobre la industria cinematográfica, va sobre un dúo de productores y escritores que tienen que han de tratar con las exigencias, cada vez más volubles, de los que financias sus films, que van más por la línea comercial que por lo artístico de sus obras.
Este es el tema de la ópera prima de Barry Primus como director, para la que a la hora de escribir el guion ha aportado algo de su propia experiencia personal y los problemas que tuvo hasta conseguir el apoyo de Robert de Niro.
El protagonista es un escritor que ve cómo su guion se va desvirtuando ante las exigencias de los productores que quieren colocar a sus queridas dándoles uel papel de un personaje, con lo que van transformando lo que era en el principio la obra artística de un creador.
Uno mete a una rubia platino, otro a una azafata de vuelo a la que se ha ligado, un tercero a su amante y así sucesivamente van entrando todas.
El título original de este film es el de Mistress, que significa querida, cortesana.
Barry Primus fustiga a este mundo sin reparos, lástima que la realización no tenga la misma fuerza y decaiga algo al final, pero tiene ironía en varios momentos y algunas referencias cinéfilas.
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