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CRITICA
Por: PACO CASADO
La nueva película de Woody Allen (73 años), que se ha convertido en la más taquillera de su autor, pertenece a su ciclo dramático dentro del periplo europeo en el que ha rodado fuera de su país, en Venecia, Londres y ahora en Barcelona.
El film es la demostración de cómo un director inteligente es capaz de sacar adelante no una cinta de encargo sino un encargo para hacer una película para promocionar Barcelona, y en ella sitúa esta romántica historia de amor a varias bandas y combinaciones.
Dos norteamericanas, Vicky una chica intelectual, centrada y sabiendo lo que quiere, a punto de casarse con Doug, y Cristina que ha rodado un corto y tiene un sentido más libre del amor, llegan a Barcelona para pasar el verano.
Pronto conocen a Juan Antonio, un bohemio pintor español que les propone hacer el amor.
Él es temperamental y ha tenido un mal affair con María Elena, su fogosa y desequilibrada ex-esposa que intentó matarle, a la que sigue amando, pero es imposible estar a su lado.
Estas relaciones sentimentales van a servir a Woody Allen para analizar, con su profundo conocimiento, el carácter de las relaciones humanas, de estos arquetipos femeninos, del amor en el juego de seducción entre hombres y mujeres, del matrimonio e incluso de la convivencia en la familia, al empujar a los personajes a replantearse sus vidas, invadidas de un cierto pesimismo y amargura.
El guion, que tiene algunos puntos débiles y la historia no es de las mejores, aunque menos superficial de lo que aparenta, abusa de la voz en off que no aporta mucho, con cierto aire melancólico.
Los diálogos, inteligentes, mantienen el interés que no tienen las peripecias argumentales, aunque no posean la chispa y el ingenio de otras veces, salvo cuando aparece en escena, a mitad del metraje, el personaje de María Elena que hace Penélope Cruz que se los come a todos y la película sube enormemente, a una sosita esta vez Scarlett Johansson quizás porque su papel no es el mejor escrito, un correcto Javier Bardem, algo apático, y una estupenda Rebeca Hall.
En cuanto a la música Woody Allen ha cambiado del jazz a la ópera y ahora a la guitarra flamenca de Paco de Lucía.
Una pega: tanto Javier Bardem como Penélope Cruz están doblados y eso nos saca de sus interpretaciones, vean mejor la versión original.
No es, sin duda, la mejor de Woody Allen, pero aún si fuera la peor, siempre una obra suya resulta interesante.
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