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CRITICA
Por: PACO CASADO
La directora alemana Doris Dörrie, una de las más prestigiosas del cine germano, con más de una veintena de películas en su haber de las que se han visto en España algo más de una media docena, la mayoría de ellas desenfadadas comedias.
En esta ocasión rompe esa línea y se introduce en un drama íntimo de una pareja, ya madura, casi a punto de jubilación, para darnos a conocer las relaciones entre ambos, abundando al mismo tiempo en la familia que tanto le preocupa y toca a lo largo de su filmografía.
Esta es la historia de un matrimonio ya mayor que vive en Alemania, en un pueblo de la montaña.
Trudi recoge los análisis de Rudi Angermeier, su marido, que tiene una enfermedad grave.
No se lo dice y le propone visitar a sus hijos Klaus, casado y con dos hijos, y Karolin (lesbiana), que viven en Berlín y a Karl en Tokio.
Pero ella muere tras percibir la ingratitud de los primeros que no les prestan mucha atención.
Rudi se da cuenta de lo egoísta que ha sido y de lo que se ha sacrificado siempre su esposa por él y por sus hijos, decidiendo hacer un viaje a Tokio para visitar a Karl, aprovechando la época de los cerezos en flor, que es lo que su mujer quería.
En este relato, lleno de sentimientos, Doris Dörrie se basa en sus propias vivencias en torno a la vida, el amor y la muerte. Se inspiró para ello en una visita a Japón contemplando su paisaje y su filosofía acerca de la existencia, que es tan efímera, como lo son las flores de los cerezos, que apenas duran unos días, lo que es tomado como una metáfora.
La directora reconoce la influencia en su cine de Yasujiro Ozu y especialmente en este film de 'Cuentos de Tokio' (1953), en su forma serena de narrar la historia, sobre todo en la segunda mitad, que se desarrolla en Tokio en la que Rudi, a veces, de forma ridícula, busca en su interior complacer a su esposa que ya no está.
Cinta interesante que tal vez se podía haber aligerado un poco en su metraje, especialmente en la relación con Yu, la bailarina de Butoh, pero con un tratamiento que se va consolidando conforme avanza en la soledad y el desamparo del protagonista, que busca el sentido de la vida y la sinrazón de la muerte que llega de repente, a la que no se puede detener, y que todos llevamos pegada como nuestra propia sombra.
Elmer Wepper fue nominado a los Premios del cine europeo. La película obtuvo el premio Fipresci en el Festival de Berlín y ganó tres premios de la Academia del cine alemán. Premios Bavarian a la producción y al actor Elmar Wepper. Premio de plata al film y de oro a Elmar Wepper y al vestuario en los German Film. Premio Seattle de oro a la mejor película. Premio a Elmar Wepper de la Asociación de críticos alemanes.
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