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CRITICA
Por: PACO CASADO
Tras algunos problemas surgidos en el inicio de su filmación, que comenzó Richard Stanley e interpretaba Rob Morrow, ambos tuvieron que abandonar el rodaje, siendo sustituido el primero por el director John Frankenheimer y el segundo por el actor David Thewlis que incluso tuvo que cambiar su papel con Val Kilmer, tema que también resultó algo conflictivo.
John Frankenheimer además cambió el guion sobre la marcha.
Esto, unido a los problemas antes mencionados, hace que esta tercera versión de la famosa novela del escritor H. G. Wells, precisamente en el año en que se cumple el centenario de su publicación, haya resultado una película caótica, sin sentido, sin base, sin demasiado respeto al original.
Después de sufrir el naufragio de su barco, el Lady Vain, Braddock, llega a una isla que está dominada por el doctor Moreau.
Allí se encuentra con un conjunto de extraños seres sometidos al doctor que les hace seguir unos raros rituales.
Braddock va descubriendo en qué consisten los experimentos del siniestro doctor que trata de dar apariencia y comportamiento humano a una serie de animales
Lo que en la obra literaria eran unos planteamientos mucho más profundos e interesantes, aquí se reducen a una batalla campal entre las criaturas creadas con buena fe por el Dr. Moreau, convertidas finalmente en seres salvajes y sedientos de sangre.
Es realmente increíble que un director tan interesante como fue John Frankenheimer en los comienzos de su filmografía con films realmente importantes, llenos de sensibilidad y buen hacer, se hayan convertido en los últimos años en cintas anodinas, llenas de acción y sin mucha relación ni coherencia con su producción anterior.
En la interpretación un histriónico Marlon Brando, que aparece por primera vez a la media hora de proyección vestido de blanco, como si fuera el Sumo Pontífice en su papamovil, al que todos llaman padre y que pronto desaparece de escena, ve reducido su trabajo a una simple colaboración para poder poner su nombre en la cabecera de cartel y darle categoría a una película que no la tiene.
Val Kilmer resulta pedante y más discreto está David Thewlis, al que pronto veremos en 'Corazón de Dragón' (1996).
Por su parte Fairuza Balk da más el físico que el personaje.
De lo mejor de este endeble film resulta la fotografía del veterano William A. Fraker.
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