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CRITICA
Por: PACO CASADO
No siempre un director novel tiene la suerte de que le descubran a la primera película y a veces tarda bastante en hacer algo realmente interesante o incluso llegar a rodar la segunda.
Paul Thomas Anderson destacó a raíz de su segundo y polémico film, 'Boogie Nights' (1997), donde trataba el mundo del cine porno, que resultó tan interesante para algunos como denostado para otros.
La oportunidad de hacer esa cinta se la dieron tras conocer los resultados de su ópera prima, 'Sidney' (1996), donde demostró de lo que era capaz que, afortunadamente y gracias al éxito de su segunda película, se ha recuperado ahora en versión original subtitulada.
El jugador profesional Sidney, le enseña a John todos los trucos del oficio y cómo vivir del juego
Es una historia de amor, venganza, redención y lealtad, en la que un viejo gángster, que ahora se dedica a vivir del juego, acoge un día a un joven cuyo padre acaba de morir y necesita 6.000 dólares para su entierro. Él le ofrece 50 dólares y un billete a Reno, así como la oportunidad de que le acompañe y a cambio le enseñará todo lo que sabe como jugador y cómo vivir de este oficio.
Todo va bien hasta que John se enamora de la hermosa Clementine.
Un film modesto, con un guion bien trazado, con una historia en donde todo encaja con perfección de relojería, con unos pocos personajes pero estupendamente dibujados, en el que hace una reflexión sobre el cine negro, género en el que se puede enclavar perfectamente esta cinta.
La dirección de Paul Thomas Anderson lleva el relato de forma lenta, reposada, con estilo y con clase, como si de un veterano se tratara, sorprendiéndonos por su calidad.
Ha tenido la suerte de poder contar con un reparto en el que la veteranía de Philip Baker Hall da prestancia a su misterioso personaje de Sidney, que da título en España a la película; Gwyneth Paltrow hace perfectamente de la ingenua Clementine, camarera y prostituta ocasional; Samuel L. Jackson repite, con Jimmy, su personaje de macarra de otros films y John C. Reilly, encarnando a John, sirve de unidad a todos los demás.
En definitiva una ópera prima que apunta el buen comienzo de un director que, de seguir por es camino, es capaz de llegar alto.
Premio de la Sociedad dde críticos de Boston y de3 la de Los Angeles a la mejor ópera prima compartido con 'Boogie Nights' (1997).
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