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CRITICA
Por: PACO CASADO
Es la undécima película de la filmografía que como realizador ha hecho Clint Eastwood que poco a poco aprendió de directores con los que trabajó en bastantes westerns, como fueron los casos de Sergio Leone y Donald Siegel, que le situaron a buen nivel de prestigio como actor, tras salir de algunas series de la televisión norteamericana.
En ésta no hace sino prestar un buen homenaje a los films del Oeste clásicos.
Lo que sucede a nivel argumental sigue la línea más tradicional de malos perdedores y buenos sufridores pero vencedores.
En esta ocasión se cuenta la historia de un grupo de colonos, buscadores de oro, que se establecen en un lugar de California en donde sufren el hostigamiento de los hombres de Lahood, el propietario del resto de las explotaciones, para que no les hagan la competencia.
Hasta ese lugar llega un desconocido que se presenta como el predicador y que se pone de parte de los pobres colonos, enfrentándose a los agresores.
Los pobres mineros, que buscan oro, trata de expulsarlos el potentado de las tierras vecinas.
Ante la maldición de una chica, por haberle matado a su perro, aparece la figura del predicador en su defensa, personaje inspirado en la bíblica frase del Apocalipsis "...y yo miré, y vi un caballo pálido, y quien en él cabalgaba era la muerte, y el infierno le seguía".
Desde el inicio de la cinta se intuye lo que va a suceder pero no de qué manera va a ocurrir, ni cómo será su puesta en imágenes.
En este sentido Clint Eastwood ha preferido el clasicismo, se ha olvidado de las formas que solía adoptar Sergio Leone en anteriores títulos suyos y ha seguido a los grandes maestros norteamericanos del género, con el consabido duelo múltiple final, con pistolero sombrío, justiciero enigmático, cuya figura no está aclarada exprofeso y sobre la que el espectador apenas si conoce su pasado, ni cómo será su futuro.
A veces rodea al héroe de una serie de figuras bien matizadas y correctamente dirigidas, al tiempo que se le nota preocupado por la forma, por el propio paisaje, crudo y a veces húmedo, gris en ocasiones y con escenas de interiores filmadas con poca luz, como si se tratara de un western intimista, contrastando con los, a veces, luminosos exteriores.
La película que nos trae un western moderno, rescata muy bien la esencia del género rescatando los ingredientes de los clásicos, cosa que se agradece.
Y en cierto modo hace un homenaje al director italiano Sergio Leone.
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