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CRITICA
Por: PACO CASADO
No es esta la primera versión que se hace de la famosa novela de Oscar Wilde, pero sí es la primera en la que se ha dejado un poco de lado el tema fantástico, lo terrorífico y lo onírico para centrarse esta vez mucho más en una mayor crítica de las costumbres y las conductas de la época.
Dorian Gray es un joven perteneciente a la sociedad inglesa del pasado siglo de la ciudad londinense al que el pintor Basil Howard le está haciendo una pintura de su figura.
Un día visita la sesión un rico empresario de una galería de arte que elogia sus dotes físicas personales.
A partir de ese momento Dorian Gray visita ambientes hasta ahora desconocidos para él.
Una vez terminado el cuadro expresa su deseo de permanecer siempre joven y vende su alma al diablo a cambio de ello.
Aquí la novela, al sufrir la adaptación y trasladar la historia a unos ambientes más modernos y cosmopolitas, incluso elude la presencia física del diablo en su intercambio del alma por la juventud que hace Dorian Gray, de una forma más convencional, tomando conciencia en un momento determinado de la trama por parte del protagonista que aquel deseo suyo se había hecho una realidad.
A partir de ese momento su vida cambia por completo.
Al darle este nuevo enfoque, la adaptación de la novela ha quedado mucho más libre y al mismo tiempo ha querido ser más actual, introduciendo unos ambientes más propios de nuestros días.
Massimo Dallamano es un director que proviene del campo de la fotografía en el que gozó en su momento de una cierta fama y en cuyo terreno le hemos podido ver recientemente firmada por él Lo queremos frío que estaba dirigida por Steno.
En cuanto a la dirección le recordamos La muerte no tiene sexo, una mediana película, como la presente, en la que su barroco trabajo con los actores no la salva de una cierta frialdad y ritmo algo cansino en algunos instantes.
En el apartado de la interpretación, los veteranos actores, que abundan en el reparto, cumplen con sus personajes, no ocurre lo mismo con los más jóvenes, como por ejemplo el cada vez más popular Helmuth Berger, a quien habremos de verle su trabajo en otros film como El crepúsculo de los dioses de la mano del gran Luchino Visconti para que nos convenza de sus pregonadas virtudes como buen actor.
La propia frialdad de su germánico rostro nos la transmite en su interpretación.
Digamos en su descargo que sobre él y su figura se ha creado una cinta aprovechando estas cualidades y posiblemente no se le haya dejado que exhiba más que lo que aparenta físicamente su persona.
Resulta bastante aceptable el colorido y la música compuesta por Peppino de Luca y Carlos Pes, no así el endeble guion de Marcello Coscia y Massimo Dallamano en el que se nos ofrece la vida y la corrupción a la que llega el protagonista por conservar su juventud.
Ganó una Medalla en la III Semana Internacional de Cine Fantástico y de Terror de Sitges.
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