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CRITICA
Por: PACO CASADO
El director de cine francés Luc Beson ha tenido siempre muy claro que para triunfar en el cine hay que hacer productos espectaculares de carácter internacional, que sean vendibles en todo el mundo.
Esta vez como productor parte de una idea de Jet Li, el más directo heredero de Bruce Lee, muy conocido en el cine de su país, y algo en Norteamérica por haber intervenido en títulos como 'Arma letal 4' (1998) y últimamente 'Romeo debe morir' (2000).
Un detective llega a París de incógnito para ayudar a un inspector de policía francés a descubrir una red de narcotraficantes, pero éste le traiciona y le carga un asesinato que no ha cometido.
Su única defensa es proteger a una prostituta que ha sido testigo del crimen y por tanto de su inocencia y que, a su vez, es también víctima del corrupto policía francés.
La película tiene pocas variantes con las de su género, aunque el argumento, sin ser excesivamente original, entretiene, introduciendo algunas novedades como el uso de agujas de acupuntura para inmovilizar a los enemigos, practicando finalmente lo que el protagonista llama el beso del dragón que consiste en clavar una aguja en la parte trasera del cuello, lo que hace fluir la sangre al cerebro y prácticamente lo hace estallar.
Una dirección funcional del debutante Chris Nahon, tras la cual se adivina el sello de Luc Beson, y un correcto trabajo de Bridget Fonda, que es lo mejor de la cinta.
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