|
CRITICA
Por: PACO CASADO
Una media docena de meses aproximadamente después de su exhibición en el Festival de Cannes, donde fue galardonada con el Premio Especial del Jurado obtenido ex-aequo junto a "Yo he visto zíngaros felices" de Aleksander Petrovic.
Desde entonces se ha debido de esperar nueve meses para poder contemplar esta monumental obra de Joseph Losey y precisamente en una fecha estival.
Este invierno tuvimos ocasión de contemplar "El sirviente" otra obra de Losey con guion de Harold Pinter, que precisamente ha sido uno de los mayores éxitos de las salas de arte y ensayo y sin duda una de las mejores películas de esta temporada.
"Accidente" viene a demostrarnos, una vez más, que la colaboración entre el célebre escritor teatral Harold Pinter y el excelente realizador de cine Joseph Losey da extraordinarios resultados.
Si quisiéramos definir de alguna manera este largometraje de Losey, personalmente eligiria el parangón con un simple paréntesis, un invisible paréntesis temporal en el que se encierra todo un sólido y profundo estudio de la sociedad británica, y cuyos signos son el accidente.
Nuevamente el extraordinario tandem Losey-Pinter vuelve a hacer un estudio de la alta sociedad inglesa, como lo hicieran ya con "El sirviente", pero en esta ocasión tocando la soledad y vacío que se encuentra en sus vidas, pasando por el mundo universitario de la Universidad de Oxford.
En la película aparentemente no sucede nada, un simple accidente, que es todo un símbolo del cambio que se produce en las vidas de los protagonistas.
Estos se dienten como emocionados por el accidente que se produce en su forma de actuar y vivir. Todo el film está impregnado de profundidad trágica, de amargura y de vació, porque en el fondo es cuanto poseen.
Esto da pie para que Losey haga un sólido largometraje basado en el apretado guion de Pinter que con rígidas líneas, con trazado perfecto va estudiando a cada uno de los personajes.
Losey por su parte construye cine con mayúsculas, de auténtico sabor estético y de enrebereado estambre, tan complicado como las propias vidas de los personajes.
La cámara una y otra vez contrasta con la belleza formal, la dureza de las aristas del argumento.
La exacta colocación, la elección del encuadre más bello y al mismo tiempo más inverosímil es un completo acierto para el logro total de la película.
A Losey, como maestro que es, se le permite el encuadre aparentemente inútil, el plano inservible insertado, por ejemplo de un cisne que da majestuoso media vuelta en el agua mientras la góndola sigue su curso, majestuosamente, con su cargamento humano.
Losey parece no tener suerte con sus cintas en color, o tal vez aquí voque el procedimiento cromático en cuanto a la técnica, pero tampoco en esta ocasión ha obtenido una buena fotografía en color aunque esto aquí es lo de menos ante tan tamaña obra.
Lo apuntábamos como simple curiosidad anecdótica.
Del cuadro de actores apenas si podemos poner reparos. Los dos actores favoritos del director, Dirk Bogarde y Stanley Baker están exactos en sus respectivos cometidos, sobre todo es asombroso cómo cambia Baker en cada papel que interpreta al lado del maestro Losey.
La que menos nos gusta, y raya muy bajo de las actuaciones de los dos anteriores, es Jacqueline Sassard que da más presencia física del papel que representa que una buena interpretación. Los demás secundan bien.
MÁS INFORMACIÓN DE INTERÉS
BANDA SONORA
CÓMO SE HIZO
VIDEO ENTREVISTAS
AUDIOS
PREMIERE