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CRITICA
Por: PACO CASADO
Tras llevar a cabo 'Retrato de familia' (1976) y 'El disputado voto del señor Cayo' (1986), Antonio Giménez Rico se ha erigido en un especialista del escritor vallisoletano Miguel Delibes de quien adapta ahora 'Las ratas' (1997), un documento austero sobre la vida rural y la sabiduría campesina de la Castilla de los años cincuenta que realiza con fidelidad notoria, lo que le convierte en un documento etnográfico de gran valor que expone tradiciones y costumbres de un mundo ya desaparecido de la España profunda, cuyas duras condiciones de vida estaban sometidas al caciquismo, las penurias, la falta de todo y cuyos habitantes vivían mirando al cielo porque de la climatología dependía la vida o la muerte. Consigue Antonio Giménez Rico un film de gran valor sobre ese mundo cerrado y miserable que roza el documental en el que se inserta la leve historia del viudo, casi subnormal, que vive en una cueva, de la que quieren echarlo, en compañía de su hijo que posee una gran inteligencia natural, que lo sabe todo sobre la naturaleza y el campo.
Documental de gran valor también por la denuncia que supone del abandono que padecía la meseta castellana y el espléndido trabajo de Teo Escamilla, uno de los directores de fotografía más apreciados, que logra imágenes de gran belleza al seguir el ritmo de las estaciones de forma perfecta.
El problema está en que la anécdota es breve y el drama se diluye en este otro aspecto de la cinta, por lo que no alcanza el suficiente dramatismo para llegar a la tragedia final, pero en ningún momento se manipula esa realidad atroz, expuesta con una honradez a toda prueba.
Realizada sin florituras, con sobriedad ejemplar, estilo severo y lenguaje adecuado, que logra un ejercicio digno y respetable. La austeridad del texto de Miguel Delibes y la sobriedad que Antonio Giménez Rico da a su puesta en imágenes, hacen que la película resulte seca, dura.
El niño Alberto Monje demuestra ser un buen actor, se mueve con naturalidad y expresa en su rostro el dolor y el miedo, muy bien acompañado por José Caride y el resto del reparto poco conocido, salvo Paco Algora o Joaquín Hinojosa, que hacen creíbles a sus personajes con sus atuendos y diálogos, aunque determinadas escenas, como la de la taberna resulte teatral, y en cambio espléndido documental la matanza del cerdo.
No cabe duda que el universo del escritor castellano está perfectamente captado en este film, aunque con el lenguaje propio del cine y a través de la visión de su director.
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