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CRITICA
Por: PACO CASADO
'Gimlet' (1995) es el primer largometraje de un director andaluz, José Luis Acosta, nacido en Úbeda (Jaén) que tras una larga experiencia en el corto y en hacer guiones para la serie de televisión Los ladrones van a la oficina, se decide a pasar a la dirección.
Su película la hace rodeada de actores catalanes, se desarrolla en Barcelona, aunque no se diga, y cuenta la historia de un hombre obsesionado con una mujer a la que graba constantemente con su cámara de video y con la que se cartea a través de este moderno sistema electrónico.
Julia, cuarentona, propietaria de un bar de copas, descubre que su camarero y amante la ama desde su más tierna infancia.
Quiere llegar a ella pero le estorban todos los que están a su alrededor y en su locura va matando a cada uno de ellos para lograr su pretendido objetivo.
Llega a convivir con las imágenes que graba y eso nos recuerda a aquel film de Luis García Berlanga, 'Tamaño natural' (1974), en que hablaba con la muñeca, la vestía y era toda su compañía.
Y también a 'Sexo, mentiras y cintas de vídeo' (1989), aunque sea tan sólo al principio.
No es José Luis Acosta de los directores principiantes que quieran hacer la obra maestra a la primera.
Sabe que el cine policiaco aún tiene cosas vigentes y trata de aprovecharse de ellas para exponer el lado bueno del asesino, un hombre que tiene sus neuras y motivos - equivocados - para matar, y pretende que nos compadezcamos de él.
Pero el criminal nunca gana, o al menos eso se decía antes en un serial radiofónico.
Para ser una ópera prima no se le puede pedir más de lo que da de sí, aunque tenga baches en el ritmo, ciertos errores en la caligrafía cinematográfica y defectos en la narración.
Los actores cumplen suficientemente con sus cometidos.
El resultado no pasa de discreto.
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