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CRITICA
Por: PACO CASADO
"La hija de Ryan" es una notable película que a pesar de todo levantará posiblemente polémica entre los críticos.
Su director, David Lean, es un hombre que ha probado sobradamente sus dotes en películas que fueron dignas de figurar entre los más destacados de la historia del cine, como la famosa "Breve encuentro" (1943), "Locuras de verano" (1955), para algunos su obra más perfecta, aunque nosotros también incluiríamos en este apartado "El déspota", entre las cintas de su primera época.
A partir de su encuentro con el productor Sam Spiegel, Lean, se convierte en un especialista de películas de grandes presupuestos de cara al espectáculo de mayores proporciones.
Fruto de ello fue "El puente sobre el río Kwai", posiblemente la más completa entre sus films espectaculares y después siguieron "Lawrence de Arabia" y "Doctor Zhivago".
Hay un factor posiblemente determinante en estas últimas producciones, y es su colaboración en las tres últimas con el guionista Robert Bolt.
El planteamiento ha sido distinto en cada una de ellas.
En "Lawrence de Arabia" había un ambiente (espectacular) y un personaje (intimista) lográndose el primero y resultando menos claro el segundo.
En "Doctor Zhivago" era el enfrentarse a una adaptación literaria de una obra famosa con el hándicap doble de un Premio Nobel y una extensa duración. Su mayor virtud fue el logro de la adaptación literaria.
En "La hija de Ryan" se ha partido de otra base. Un argumento original escrito para el cine y en el que se plantea principalmente el carácter intimista de una historia de amor, como tema preferente que después ha condicionado el ambiente espectacular dada las condiciones de película de grandes proporciones que se ha querido hacer.
Posiblemente el resultado sea el opuesto al de "Lawrence de Arabia". Por ello cada vez más compenetrado y que puede quedar como ejemplo de simbiosis, de unión, de equipo se ha unido también en estas tres cintas la colaboración de Maurice Jarre, que si bien en las dos cintas anteriores logró unas partituras más inspiradas y con mayor difusión aquí emplea una música más descriptiva y de acoplamiento a las imágenes y personajes.
La historia en sí no nos trae nada nuevo ni descubre nada, estando situada en Irlanda en 1916, con su marco de guerra, pero sirve como simple telón de fondo dramático y contrapunto al desenvolvimiento argumental de la misma dando su punto dramático y hasta incluso trágico, pero se ve que no es lo que le interesa ni a Lean ni a Bolt.
Lo que sí levantará la discriminación de pareceres será el tratamiento elegido para esta historia, ya que se podía haber contado sin tanto aparato y en menos tiempo de proyección. Pero dado que se ha elegido este sistema, analicemos.
No olvidemos que el cine es también espectáculo, sin que por ello haya que olvidar el arte, probado en un director como lean que sabe manejar actores y sacar un gran partido de ellos, como lo hace aquí de un Robert Mitchum espléndido, de una Sarah Miles exquisita y de un John Mills espectacular aunque eficaz en un papel grotesco que fácilmente podía haber caído en la simple caricatura.
No en vano ya lo conocía cuando le manejó también en "El déspota" junto a Charles Laughton en otro gran papel dándole réplica.
Otro de los aciertos de tipo espectacular es la elección del paisaje irlandés y el partido fotográfico que de él se saca, con una perfecta fotografía y colorido.
De impacto espectacular efectista puede ser la escena de la tempestad dirigida por Roy Stevens.
La película se alarga en su fan espectacular con bellos paisajes, bonitas puestas de sol, y largas parrafadas musicales, que sobran, si se quiere, pero que ahí están.
Sin embargo y a pesar de todo, la historia está llevada con buen pulso y ritmo haciendo que no canse en ningún momento, quedando en definitiva por todo lo apuntado en una notable película.
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