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CRITICA
Por: PACO CASADO
Las veleidades de la distribución y exhibición hace que recuperemos finalmente, cuando ya la dábamos por perdida, esta película que no deja de tener su interés, por cómo fue gestada y hecha.
Se filmó en 16 mm., se consideró por una parte demasiado "artística" y por otro lado excesivamente "fuerte", por la brutalidad de sus imágenes.
Se clasíficó X en Estados Unidos, se dejó dormirá y se rectificó su calificación.
El festival de Chicago, posteriormente el de Colorado y ya en Europa los de Locarno y Sitges, terminaron por salvarla del olvido y distribuirla comercialmente por todo el continente.
Se hizo con tan solo once millones de pesetas, con destino al vídeo, pero resultó un film interesante, demostrando que solo es necesario inteligencia y no el dinero para contar lo que hay que contar.
Un hombre que comparte el piso con otro que conoció en la cárcel por haber matado a su madre, se ve impulsado a un torbellino de crímenes y violencia, motivado por el solo placer de matar, lo que lleva a cabo de forma diferente cada vez y en sitios distintos, despistando así a la policía.
Los guionistas se inspiraron en el caso real de Henry Lee Lucas, que se confesó autor de 360 asesinatos, a lo largo de veinte años y en distintos estados, aquí sintetizado en tiempo, lugar y número de crímenes, todo ello mostrado con una gran economía de medios y sin ensañarse en las víctimas salvo en contadas ocasiones, con una buena banda sonora de fondo que ayuda a dar fuerza a las imágenes y con un trabajo más que aceptable del protagonista.
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